miércoles, 2 de noviembre de 2011

Crisis


Hoy, la bolsa ha bajado un 4,19%, la O.I.T. vaticina que no recuperaremos el nivel de empleo anterior a la crisis hasta al menos el año 2016 -quedan cinco años por si alguien no ha hecho la cuenta-, la brecha entre pobres y ricos en España acaba de alcanzar el nivel mas alto desde que hay datos -somos el cuarto país  de Europa- ,hemos alcanzado cinco millones de parados y encima Grecia convoca un referendum...   ¿Hasta donde pensamos que podemos llegar acumulando este tipo de datos?.  Y si miramos a nuestro alrededor, al entorno de este mundo globalizado, la ristra de datos aciagos de todo tipo es casi interminable.
No podemos menos que caer en la tentación de pensar:¿qué tipo de mundo le estamos dejando a nuestros hijos?, ¿cómo hemos llegado a esta situación?.
La codicia, la cólera, el deseo, la ambición, la ignorancia son el sustento de todo esto.  Este ser humano hacedor de prodigios tecnológicos, ¿ha realmente avanzado en algo desde su origen?. La codicia, la cólera, el deseo, la ambición, la ignorancia son el sustento de esta situación ahora de la misma manera en que lo eran hace veinte, treinta siglos.  Mumyo, la ignorancia fundamental, el origen de la transmigración, de la repetición de los ciclos de vida y muerte, el rail sobre el que circula el sufrimiento. 
En algún momento he pensado que estamos en un momento especial de la historia de la humanidad, en un momento de inflexión, pero eso es una estupidez mas.
Datos objetivos o ficticios, reflexiones sustentadas o arbitrarias, impresiones, comentarios,  todas estas discriminaciones sobre las cosas surgen de la mente ilusoria y esta ilusión nos hace catalogar cada cosa como buena o mala. ¿Que mundo le estamos dejando a nuestros hijos?, pues el mismo que nosotros recibimos.  La forma es diferente pero en nada es distinta la esencia.
La situación de la bolsa, el paro, la brecha entre pobres y ricos pueden ser suavizados y debemos ayudar a hacerlo, desde la política por ejemplo, desde el activismo social por ejemplo. Pero el problema esencial no entiende ni de razonamientos políticos ni sociales. Podemos y debemos actuar para tratar de ayudar a superar la situación actual pero en ningún caso creo que debamos olvidarnos de donde está la verdadera raíz de los problemas.
" No te apegues a los fenómenos, no te estanques en el vacío".  Eso dice el Shin Jin Mei. 
Aunque los fenómenos nos parezcan apabullantes, no apegarse, no estancarse. Ir hasta la raíz. Mumyo es esa raíz. Es desde ahí que podemos avanzar.

domingo, 25 de septiembre de 2011

El valor del silencio

Me he permitido copiar este texto publicado en http://teatrevesadespertar.wordpress.com
Creo que no es necesario hacer ningún comentario.


Nosotros los indios sabemos del silencio. No le tenemos miedo. De hecho, para nosotros es más poderoso que las palabras.
Nuestros ancianos fueron educados en las maneras del silencio, y ellos nos transmitieron ese conocimiento a nosotros. Observa, escucha, y luego actúa, nos decían. Esa es la manera de vivir despiertos.
Observa a los animales para ver cómo cuidan a sus crías. Observa a los ancianos para ver cómo se comportan. Observa al hombre blanco para ver qué quiere. Siempre observa primero, con corazón y la mente quietos y entonces, aprenderás. Cuando hayas observado lo suficiente, entonces podrás actuar sin temor.
Con ustedes es lo contrario. Ustedes aprenden hablando. Premian a los niños que hablan más en la escuela. En sus fiestas todos tratan de hablar. En el trabajo siempre están teniendo reuniones en las que todos interrumpen a todos, y todos hablan cinco, diez o cien veces. Y le llaman “resolver un problema”. Cuando están en una habitación y hay silencio, se ponen nerviosos. Tienen que llenar el espacio con sonidos. Así que hablan impulsivamente, incluso antes de saber lo que van a decir.
A la gente blanca le gusta discutir. Ni siquiera permiten que el otro termine una frase. Siempre interrumpen. Para los indios esto es muy irrespetuoso e incluso muy estúpido. Si tú comienzas a hablar, yo no voy a interrumpirte. Te escucharé. Quizás deje de escucharte si no me gusta lo que estás diciendo. Pero no voy a interrumpirte. Cuando termines, tomaré mi decisión sobre lo que dijiste, pero no te diré si no estoy de acuerdo, a menos que sea importante. De lo contrario, simplemente me quedaré callado y me alejaré. Me has dicho lo que necesito saber. No hay nada más que decir. Pero eso no es suficiente para la mayoría de la gente blanca.
La gente debería pensar en sus palabras como si fuesen semillas. Deberían plantarlas, y luego permitirles crecer en silencio. Nuestros ancianos nos enseñaron que la tierra siempre nos está hablando, pero que debemos guardar silencio para escucharla.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Afinar el espíritu


A lo largo de nuestra vida la mayoría de las cosas que hacemos, la mayoría de las cosas por las que luchamos no sólo no ayudan a afinar nuestro espíritu sino que lo embotan más y más cada vez.  Practicar es comenzar a caminar en una dirección contraria.  En esta dirección cada acción y cada gesto deben ser un medio hábil para afinar nuestro espíritu.  Por supuesto en la práctica de zazen, en nuestro pequeño dojo. Desde el vestuario manteniéndonos silenciosos mientras nos cambiamos, ordenando adecuadamente nuestras ropas y objetos, dejando los zapatos colocados de la forma correcta a la puerta del dojo, entrando con el pie izquierdo, haciendo gassho.  En nuestro dojo tenemos que montar el altar, poner el buda, cada vez.  Al entrar hacemos gassho, da igual si la estatua de buda no está sobre el altar, la estatua de buda nos es importante, el gesto, el espíritu con el que hacemos este gesto si lo es.  Colocando nuestro zafu perfectamente alineado con la persona que está a nuestra derecha, pero también con la que está a nuestra izquierda.  El lugar en el que cada uno nos sentemos en el dojo no tiene ninguna importancia, alinearnos con la persona de nuestra derecha y con la de la izquierda si.
Armonizando nuestros movimientos durante la ceremonia.  Más rápidos, más lentos no tiene importancia, hacer gassho a la vez si la tiene. Acelerando, ralentizando nuestros movimientos, no hay prisa, si hay prisa ya que lo importante es hacer gassho a la vez.
Cada cosa, cada acción, cada gesto, profundizar en ellos.  Afinar, afinar cada uno de estos, sin ostentación, sin artificio, avanzar juntos, afinar el espíritu, practicar la vía.

jueves, 8 de septiembre de 2011

En memoria de...

Esta mañana en el dojo  hemos recitado el Daishin Darani en memoria de Jhon Kopetz el monje del Dojo de Barcelona que falleció la pasada semana.  Las ceremonias de dedicación son uno de los aspectos esenciales de la vertiente popular de las religiones.  Las ceremonias dedicadas a una persona fallecida sin duda ayudan a que los familiares y los amigos cercanos vean mitigado en algo su dolor. Al resto nos recuerda nuestra impermanencia. Nacemos, vivimos y morimos.  

Alguien escribió: “No entiendo por qué razón los seres humanos tenemos tanto miedo a la muerte teniendo en cuenta que es algo que cientos de millones de otros seres humanos han hecho ya antes que nosotros”.  Si lo pensamos bien los elementos constitutivos de estos cientos de millones de seres humanos están ahora presentes en el agua, en la tierra, en el aire, en cada uno de nosotros, en cada cosa a nuestro alrededor.  ¿Cómo podemos separar a Jhon de todo esto?, ¿cómo podemos intentar separarnos cada uno de nosotros de todo esto?.  Intentamos e intentamos durante toda nuestra vida separarnos, aislarnos, individualizarnos de todo eso, de esa corriente vital para marcar y señalar un espacio particular a nuestro alrededor. Que estupidez.

Hoy hemos dedicado la ceremonia a la memoria de Jhon pero a la vez la hemos dedicado a la memoria de esos cientos de millones de seres humanos que han acumulado las condiciones y circunstancias que nos han traído a este instante. También la hemos dedicado a nosotros mismos, inmersos en la misma corriente de vida-muerte que Jhon y que todos los demás. Y también se la hemos dedicado a todos los que detrás nuestra seguirán tirando de este hilo de vida, hilo de Dharma.  Hilo que recorre este torrente de principio a fin, de fin a principio eternamente. Hoy la ceremonia se la hemos dedicado a Jhon.

viernes, 26 de agosto de 2011

¿Que podemos hacer? - 2

Pero que significa ir hasta el fondo.  Kodo Sawaki decía : " Ir hasta el fondo de la cuestión de cual es el propósito de nuestra propia vida".

¿Hasta dónde queremos profundizar en el conocimiento de nosotros mismos?, ¿Hasta dónde queremos llegar para saber que hacer con nuestras vidas ahora, en este instante y ahora, en este instante de nuevo?. ¿Dónde queremos poner el limite?. La practica te señala una y otra vez la realidad de ausencia de límite.  Entonces ¿ Queremos seguir insistiendo en ir hasta el fondo en esas circunstancias?.  Creo que la salud del mundo en la actualidad nos va a enfrentar a situaciones en la que todos vamos a ser puestos a prueba.   Pero aunque la crisis económica se supere, aunque resolvamos los terribles conflictos a los que se enfrentan actualmente muchas naciones, aunque seamos capaces de resolver la tragedia que implica el que medio mundo muera de hambre mientras otro medio enferma por comer demasiado, aunque salvemos la salud del planeta que nos acoge, aunque resolvamos estos y otros acuciantes problemas, el fondo para cada uno de nosotros seguirá estando mas allá de nuestras propias capacidades. Mas allá de cada uno de nosotros, sin que exista ninguna posibilidad de igualación, de comparación, de estandarización. Eso permite que al mismo tiempo la vía esté al alcance de cada uno y mas allá de lo que cada uno puede ofrecer.
Sin embargo la grandeza y la nobleza del ser humano se encuentra en el poder que tenemos para comprometer, para bien o para mal, toda nuestra vida por una palabra, el poder de orientar toda nuestra vida en un instante.
Para mi este compromiso se produce en el momento en el que decidí solicitar la ordenación de monje al Maestro Deshimaru y mucho después cuando renové esta ordenación de manos de Raphael.  Decidí ser monje y desde ese instante no he vuelto a realizar ninguna otra elección de importancia.  Entregar la vida a esta decisión es la practica, es ir hasta el fondo. Comprometer toda nuestra vida en un instante tiene poder, un gran poder el único que puedo aportar a este mundo. Al menos así lo veo en este momento.

sábado, 30 de julio de 2011

¿Que podemos hacer?

Camino de la estación para ir al Campo de Verano de la Gendronniere,he visto una de esas fotos que durante unos días rellenaran los huecos de los periódicos veraniegos. Una foto de un niño, quizás de Somalia, a punto de morir de hambre. Miraba a la cámara con unos enormes ojos en los que parecía quedar solo un pequeño atisbo de vida. Cuantos cientos, miles de personas habrán visto esa foto u otra parecida estos días y simplemente pasaran la pagina. La imagen no nos permite ver, sentir, la imagen no nos transmite el miedo, el dolor, el hambre, el sentimiento de impotencia. La imagen repetida una y otra vez solo nos insensibiliza. Sin duda, como dice el salmo, nuestro corazón de carne se ha transformado poco poco en un corazón de piedra. Pero incluso en el supuesto de que aun quede un poco de la carne original en nuestro corazón: ¿ que podemos hacer?. ¿como podemos aliviar ese dolor, ese sufrimiento?. Existen organizaciones que ayudan, podemos poner algo de nuestro esfuerzo, de nuestro dinero,ayudar aunque sea a uno solo, no resuelve el problema pero a este le sirve.

Eso esta bien, muy bien, pero ¿como podemos ayudar realmente a un nivel mas profundo?.

Si tuviéramos fe, verdadera fe en nuestra practica lo sabríamos. Fe es una palabra muy vapuleada por nuestra cultura judeo-cristiana. Desde esa perspectiva la fe es un don gratuito. Dios nos la da o nos la quita en base a unos criterios que yo nunca he podido entender. La fe a la que me refiero no es esa, sino la que se encuentra impresa en nuestras células, en nuestros genes de seres humanos, en nuestra esencia mas sutil. Esta fe no necesita de ninguna concesión divina. Cuando nos sentamos en zazen esta ahí, en realidad siempre esta ahí. Nos permite penetrar a través del reflejo de los ojos de este niño de la foto y llegar hasta la raíz, sentir,oler, compartir su-nuestro sufrimiento. Solo actualizando esta fe podemos encontrar respuestas que nos sacien, que rellenen ese vacío que los ojos de este niño descubren en nuestro interior.
Pero sus ojos expresaban tanto dolor que mi fe se tambalea. Esta bien que nuestra fe se tambalee. Sabemos como actualizarla, como acrecentarla, como compartirla. Deberíamos saber también como mirar cara a cara a ese sufrimiento, a todo el sufrimiento y llegar hasta el fondo. Llegar hasta el fondo se convierte así en la mejor ayuda posible, en la única que realmente podemos aportar a este mundo.

domingo, 26 de junio de 2011

Un curso termina

Decimos:"Un año termina, un año comienza". O también:"un curso termina, un curso comienza". Sin duda para comunicarnos debemos utilizar estas palabras, estos conceptos. Pero ahora, aquí, mientras observamos juntos como el infinito se desliza sobre las palmas de nuestras manos, sabemos, visceralmente que nunca nada comienza, que nunca nada termina. La práctica, la vía no puede delimitarse por un tiempo que empieza o termina, por un lugar, por unas formas, por unas maneras.
Sin duda practicar juntos en este Dojo Zen, en Sevila es una suerte y un privilegio. Pero la práctica tampoco esta constreñida por esto. Podéis estar seguros de que no puedo dejar de hacer votos para que en Septiembre nos encontremos todos de nuevo, para que podamos sentarnos juntos, para que podamos observar juntos de nuevo como el infinito se desliza sobre las palmas de nuestras manos. De que hago votos para que mas personas encuentren este lugar, se sientan tocados por la práctica y decidan compartirla con nosotros. Hago votos por todo esto, pero si no, pues "tan pis", tanto peor. Nada añade esto, nada resta esto a la Práctica.
Ver nuestra práctica desde esta perspectiva nos permite encontrarnos de frente, casi sin querer con MUSHOTOKU, agazapado entre nuestras ilusiones.  
Quitarle el polvo, dejar que le de la luz, disfrutar, disfrutar, por favor disfrutar de esta experiencia, de esta "ilusión" que desplegamos juntos y permitir que esto que nos sobrepasa, realmente lo haga. Buen verano, buena práctica.

lunes, 30 de mayo de 2011

Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza.

Cernuda, el poeta sevillano escribió en Ocnos (un libro de prosa poética primoroso e implacable): "Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza".
LLega un momento en el que el tiempo nos alcanza. Un segundo, un instante en el que el tiempo nos encuentra.  Para la mayoría de los seres humanos, ese instante en el que el tiempo no es algo que está delante o detrás nuestra, esa instantaneidad llega sólo en el momento en el que la muerte nos señala con el dedo.  Para la mayoría de los seres humanos ese es el único momento en el que ser y tiempo coinciden plenamente.

Practicar zazen es ponerse voluntariamente en disposición de que el tiempo nos alcance. Maestro Deshimaru dijo a menudo que al practicar zazen debíamos entrar decididamente en nuestro ataúd. Eso es permitir que el tiempo nos alcance completamente despojados, allí donde estamos, así como somos.

Sin duda también durante zazen navegamos por el tiempo, adelante, hacia atrás, pero la postura, la nuca, las manos, los dedos, la espalda, la respiración son como un ancla que nos retorna una y otra vez a ese instante en el que nuestro ser coincide completamente con el tiempo.

En ese momento, en ese lugar, la muerte deja de ejercer sobre nosotros su terrorífico poder, esa especie de fuerza de gravedad vital que nos aplasta contra el sufrimiento.

Por favor, permitir que el tiempo os alcance, permitirlo una y otra vez.  Cuando lo hagáis, no podréis dejar de sorprendeos con el hecho de que no es la muerte sino la vida la que os sale al encuentro en ese instante.

Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza. (No sé si expreso esto bien.) Quiero decir que a partir de tal edad nos vemos sujetos al tiempo y obligados a contar con él, como si alguna colérica visión con espada centelleante nos arrojara del paraíso primero, donde todo hombre ha vivido una vez libre del aguijón de la muerte. ¡Años de niñez en que el tiempo no existe! Un día, unas horas son entonces cifra de la eternidad. ¿Cuántos siglos caben en las horas de un niño?

Recuerdo aquel rincón del patio en la casa natal, yo a solas y sentado en el primer peldaño de la escalera de mármol. La vela estaba echada, sumiendo el ambiente en una fresca penumbra, y sobre la lona, por donde se filtraba tamizada la luz del mediodía, una estrella destacaba sus seis puntas de paño rojo. Subían hasta los balcones abiertos, por el hueco del patio, las hojas anchas de las latanias, de un verde oscuro y brillante, y abajo, en torno de la fuente, agrupadas, las matas floridas de adelfas y azaleas. 
Sonaba el agua al caer con un ritmo igual, adormecedor, y allá en el fondo del agua unos peces escarlata nadaban con inquieto movimiento, centelleando sus escamas en un relámpago de oro. Disuelta en el ambiente había una languidez que lentamente iba invadiendo mi cuerpo. 
Allí, en el absoluto silencio estival, subrayado por el rumor del agua, los ojos abiertos a una clara penumbra que realzaba la vida misteriosa de las cosas, he visto cómo las horas quedaban inmóviles, suspensas en el aire, tal la nube que oculta un dios, puras y aéreas, sin pasar. 
Luis Cernuda.  Ocnos





domingo, 22 de mayo de 2011

Nos da miedo la luz


A los seres humanos no nos gusta la luz, la clara luz.  Esa que pone delante nuestra sin matices cada cosa tal como es.  No nos gusta porque nos da miedo ver la realidad, por eso, cada uno de nosotros nos entrenamos durante toda nuestra vida para ensombrecerla, ocultarla, filtrarla, alterarla, para tratar de adecuar su brillo a eso con lo que nos sentimos tranquilos, eso que se enraíza en nuestros hábitos, en nuestra adicciones emotivas.  De esa manera ante cualquier alarma de que la realidad tal cual es pueda alcanzarnos ponemos en “on” nuestra capacidad de desvanecernos en nuestros sueños egocéntricos:  ¡Qué bien se está aquí, que tranquilo se está, el riesgo ha pasado, podemos continuar desfilando entre las sombras!.
Creo que practicar significa en primer lugar hacerse consciente de este proceso en el que estamos inmersos.
Es más fácil cuando lo hacemos juntos, pero juntos o en solitario, este hacerse consciente nunca es indoloro.  Tenemos que remover en la poza de nuestros sufrimientos, levantar el mal olor, tenemos que dejar caer muchas imágenes idílicas sobre nosotros mismos… no, esto nunca es indoloro.

Pero una vez que el proceso se pone en marcha, una y otra vez, con más frecuencia cada vez, comprendemos que todos los esfuerzos que desplegamos para taparlo son inútiles.  No hay otro camino para el ser humano que despejar todo esta obscuridad. No podemos obscurecer eternamente lo que sólo puede ser luminoso. No podemos frenar, detener, eternamente la corriente de la vida. Intentar hacerlo es enredarse más y más en el samsara, en el ciclo de las existencias condicionadas por la ignorancia, por la obscuridad, por el sufrimiento.

Por tanto creo que practicar significa en segundo lugar sumergirse voluntariamente en esta corriente de la vida y abandonarse a ella.  Evidentemente tampoco esto es fácil. Pero esta corriente siempre encuentra la manera de ayudarnos.  Continuamente pone delante nuestra las circunstancias y las oportunidades que nos ayudarán a despertar.  Si esto nos da miedo entonces el dojo no es nuestro lugar.  Sólo los leones y sus cachorros pueden seguir este camino.  Pero no debemos preocuparnos, todos somos leones aunque no seamos conscientes de ello. Sólo tenemos que ponernos disponibles y desde ese instante automáticamente seremos capaces de rugir como un auténtico león. 

domingo, 1 de mayo de 2011

La dicha



A lo largo de los años, en las conferencias y en los mondos, he escuchado infinidad de veces la misma pregunta: ¿para que sirve zazen?, ¿qué nos aporta zazen? ¿cuál es la finalidad de zazen?. 
A lo largo de los años he escuchado casi siempre la misma respuesta: Mushotoku; sin fin ni espíritu de provecho.  Sin duda este concepto de mushotoku es uno de los pilares esenciales en el zen de Dogen, en el zen transmitido por Maestro Deshimaru y en el que ahora transmiten sus herederos.  Sin embargo es evidente que todos, cuando nos acercamos a zazen, cuando nos acercamos a la vía, lo hacemos con múltiples objetivos, expectativas y sueños.  Hay infinidad de ellos y recorren un espectro que va desde los más mundano a los más divino.  Esto es así y el entender, al menos intelectualmente mushotoku, no nos sirve de gran ayuda a la hora de desprendernos de cada uno de estos objetivos.  Aunque lo intentemos con ahínco regresan, reconvertidos de múltiples maneras, en un circuito sin fin.  Creo que dar un primer paso es aceptar que nosotros con nuestra voluntad, con nuestra decisión de hacerlo no podemos desprendernos de estos objetivos.  Sólo zazen puede diluirlos.  Los objetivos con los que nos acercamos a zazen son poco a poco disueltos por zazen.  De alguna manera zazen va desgastando, disolviendo las distintas capas con la que hemos revestido nuestro ego a lo largo de los años.  Nuestras expectativas se marchan junto con estas capas. Esto es así. Es completamente así.  No depende de nuestras capacidades.  Cualquiera que continúe decididamente la práctica puede experimentarlo.
Pero visto esto, la pregunta sigue vigente: ¿qué nos aporta zazen?, ¿qué aporta zazen a nuestras vidas?.  Creo que podemos acercarnos a la respuesta desde múltiples perspectivas.  Me gustaría comentar la que aporta una maestra zen que en sus escritos aborda estos temas de una forma cercana a nuestro bagaje cultural: Joko Beck.
Joko Beck escribe que la práctica de la vía nos aporta dicha.  La dicha no es en este caso sinónimo de felicidad, aunque el diccionario de la Real Academia así lo refleje.  La felicidad tiene siempre presente su contrapunto que es la infelicidad. Buscar la felicidad es condenarse a pivotar continuamente de esta a su opuesto. La dicha por contra incluye momentos felices e infelices, situaciones agradables y desagradables, placenteras y dolorosas. Los míticos cristianos definen la dicha como el estado de espíritu que se alcanza en la continua presencia de Dios, cuando en cada cosa se descubre la presencia divina.
Pero de la misma manera que no podemos desprendernos por un esfuerzo de voluntad de nuestras expectativas en la vía, tampoco podemos acceder por un esfuerzo de voluntad al estado de dicha.  Estar en la continua presencia de Dios o dicho con nuestras palabras: encontrarnos con las cosas tal como ellas son y simplemente asombrarnos, no es algo que podamos obtener es algo que ya tenemos.  Para atisbar este estado no tenemos que añadir tenemos que desbastar, tenemos que quitar, abandonar las capas más bastas, mas groseras de nuestro egocentrismo, de nuestro automatismo a la hora de evaluar, a la hora de enjuiciar.  
Como siempre debemos volver a zazen para realizar esto. A un zazen en el que abandonamos nuestra intención de controlar la respiración y dejamos que la respiración “nos respire”, a un zazen en el que abandonamos nuestra intención de controlar la postura y nos abandonamos en ella con absoluta confianza.  Es en ese momento en el que la dicha es.  Zazen debe ayudarnos a vivir la vida, nuestra vida, desde esta situación de dicha. Cansados, alentados, cabreados, alegres, aburridos, ocupados nada de esto es ajeno a la dicha, sólo necesitamos afrontar, captar lo que está sucediendo aquí y ahora y asombrarnos con ello sin evaluarlo y sin enjuiciarlo.  Hay tensión en esto, implica determinación y sobre todo un enorme nivel de abandono de expectativas.  Lo que sucede en este preciso e irrepetible instante es dicha en estado puro y luego en el siguiente y en el otro. Ahora estamos en la presencia de Dios, Buda o como queráis llamarlo.   Ahora durante zazen, ahora durante nuestra vida cotidiana. 


martes, 5 de abril de 2011

Atrapado

Ayer, al mediodía un vencejo quedó atrapado por un ala en la persiana de un balcón justo en frente de nuestro dojo.  Es una casa abandonada por lo que no podíamos hacer nada por liberarlo.  Durante todo el día y hasta el final de la tarde luchó incansablemente para tratar de escapar.  
Cada día a nuestro alrededor, en nuestro mundo mueren miles de personas de hambre, de enfermedad, a causa de las guerras, por desastres naturales, sin embargo, la lucha infructuosa de este vencejo me conmovió de una forma que todas estas tragedias cotidianas no consiguen ya.  Quizás se deba a que la imagen del vencejo atrapado, tratando de liberarse me evocaba algo inconsciente, profundamente enraizado en mi interior. Ese evocación tiene algo que ver con esa lucha que mantengo a menudo para tratar de escapar de esa situación que no quiero, de esa vida que no quiero, de ese aspecto de mi carácter que no quiero, de ese pensamiento, sentimiento, miedo que no quiero.  Quizás sea por eso. No lo se.   Al comenzar el zazen de la tarde el vencejo, al igual que nosotros se quedó inmóvil, al igual que nosotros quedó sólo a la espera de la llegada de la noche.
En los templos, tras el último zazen del día se recita este pequeño sutra:

"Oídme practicantes del Dharma, la vida y la muerte es el asunto esencial.  El tiempo pasa rápido como una flecha.  A vosotros que buscáis la vía, humildemente os digo: tomad consciencia del momento presente."

Anoche especialmente, me habría gustado que alguien lo recitara, para el vencejo, para mi, para mi, para el vencejo, para mi...

viernes, 18 de marzo de 2011

No es fácil


No es fácil nacer con forma humana, nacer como seres humanos.  No es fácil mantener nuestra humanidad durante veinte, cincuenta, noventa años.  Para hacer esto tenemos que alimentarnos, vestirnos, protegernos de las enfermedades, del frío y del calor,  educarnos,  formarnos. Para mantenerla nos esforzamos, a veces agredimos,  a veces amamos… pero siempre, siempre nuestros esfuerzos están acompañados por  el sufrimiento, el sufrimiento provocado por la ignorancia, por el odio, por la avaricia y siempre sabiendo que al final, irremediablemente, nuestra muerte disolverá en un instante los elementos que componen la humanidad que con tanto esfuerzo tratamos de mantener.  Este final llega desde muchas direcciones, enfermedad, vejez, y a veces también, como ha ocurrido ahora en Japón, puede llegar de la mano de la naturaleza.  
Para algunos toda esta carga de sufrimiento, siempre presente de una manera u otra, se hace insoportable, tanto, que renuncian a seguir tratando de mantener su humanidad y se suicidan otros, la mayoría, no tienen ese valor o esa cobardía y se narcotizan de diversas maneras para tratar de ocultarlo.
¿Qué podemos hacer con todo esto?.  ¿Hacia donde podemos girarnos?.  Son preguntas como estas las que impulsan que el deseo de practicar germine en nuestro interior.  Intentar acallar estas preguntas sólo puede aumentar nuestros sufrimientos.
La mayoría de los seres humanos sólo giramos nuestro rostro en dirección a la vía cuando el látigo del dolor penetra profundamente en nuestra carne, cuando cerca nuestra el sufrimiento aparece de forma brusca. Como ahora, cuando el sufrimiento trasmitido de forma inmediata, en primera plana, por todos los medios de comunicación actuales nos alcanza. Entonces y sólo entonces escuchamos los gritos que surgen de todo este sufrimiento.

Decimos cada tarde:”por innumerables que sean los seres sensibles, hago el voto de salvarlos a todos”.  ¿cómo podemos cumplir este voto?.  Mientras pensemos que estos gritos son ajenos a mi, que son diferentes de mi mismo no es posible. Mientras pensemos que tenemos que hacerlos nuestro, traerlos de fuera a dentro no es posible.  Mientras pensemos que hay alguien a quien salvar y alguien que salva no es posible.
Mientras pensemos todas estas cosas estos gritos, muchos otros gritos seguirán repitiéndose amplificados por el eco del inmenso universo. Podremos empezar avanzar por el camino sólo cuando empecemos a entender que nadie salvo nosotros mismos está lanzado esos gritos. Que esos gritos surgen de nuestra propia garganta, que esos innumerables seres sensibles son este ser sensible. Es sólo a partir de este momento en que empezaremos a caminar firmemente sobre nuestros propios pies como verdaderos seres humanos.  


domingo, 6 de marzo de 2011

Parar


Parar de correr, de perseguir, de estimular nuestra avidez, nuestro egoísmo, nuestro deseo de poder.
Parar de soñar, de huir de lo que no deseamos, de nuestros fantasmas.
Parar de cargar con el peso de nuestros pecados.  Dejar a un lado esa pesada carga.
Parar para permitirnos tomar consciencia de nosotros mismos, de nuestro cuerpo, de nuestras tensiones.  De cada cosa individualmente y de la totalidad.
Parar para tomar consciencia de nuestra respiración.  De nuestras ansias por inspirar, de nuestro olvido de la expiración. De cómo siempre dejamos una importante cantidad de aire en nuestros pulmones, no vaya a ser que luego no haya más.
Parar para darnos cuentas de que casi nunca llegamos al final de nada. De cómo no dejamos casi nada absolutamente terminado, sin huellas, sin rastro.  Es fácil seguir nuestro rastro, es ancho como una autopista y largo como lo es nuestra vida.
Parar para hacernos también conscientes de nuestros pensamientos, de donde vienen, a donde van.  No son nada y sin embargo ejercen un completo control sobre nosotros mismos.
Parar para sentirnos, para escucharnos, para observarnos y para olvidarnos en silencio, en la inmovilidad de nuestra masa de carne roja.
Parar para hacernos íntimos con nosotros mismos.  Para permitir que nuestro verdadera naturaleza se exprese libremente.
Parar para descubrir nuestros nexos con los demás y con todas y cada una de las cosas que llenan este mundo.

Para hacer esto no es necesario que utilicemos nuestra voluntad, ni nuestra inteligencia, ni nuestra capacidad de negociar, no hay nada ni nadie con el que tengamos que negociar.
Para hacer esto simplemente estar aquí, sin inquietarnos, sin miedo. No hay ninguna razón para tener miedo o inquietarse y si hay muchas razones para el asombro, para la sorpresa, para el deleite con la absoluta maravilla que es la vida.

viernes, 25 de febrero de 2011

El vasto cielo


“El vasto cielo no pone obstáculos a las blancas nubes flotantes.” 
Reencontrarme con esta frase de Sekito hace unos días me conmovió.  Según el diccionario, algo nos conmueve cuando nos provoca un sentimiento interior o cuando produce un movimiento.  Algo nos conmueve entonces cuando provoca un movimiento en nuestro interior.  Sin duda para mi fue así.  Al releer esta frase, levemente, suavemente, algo se movió en mi interior.  Este pequeño movimiento, de una manera también muy leve y muy suave provocó que a partir de ese punto todo lo demás se recolocara. ¿Qué es esto que se mueve, que es todo lo demás?.  No sabría decirlo, no tengo nada sólido que agarrar para tratar de entenderlo, de explicarlo y aunque lo tuviera no tengo sabiduría para expresarlo.  Pero la vía, la práctica, está llena de pequeños destellos que nos conmueven: gradualmente de forma más profunda; súbitamente cada vez.  Permitir que ocurra. Permitir que la práctica nos conmueva. No obstaculizar las blancas nubes, no tratar de ayudar al vasto cielo.

lunes, 21 de febrero de 2011

¿Por qué la vía...?

¿Por qué la vía provoca en nosotros tantas ilusiones?.  Si; ilusiones, fantasías, imaginación.  Pensamos que la práctica nos permitirá  sentirnos mejor como personas, que nos ayudará a controlar nuestro carácter, pensamos que las dificultades de la vida serán más suaves, que aprenderemos a pasar por encima de ellas sin mojarnos.  Pensamos que al practicar hacemos algo útil para nosotros, que estaría bien compartirlo con los demás, mostrarles lo bueno que es.  Ilusiones, fantasías, imaginación.  Creemos que nuestra vida será fácil, larga y saludable.
Y luego todas esas ilusiones, fantasías, imaginación las envolvemos con bellas palabras.  Estoy harto de bellas palabras. 
Repetimos nuestras bellas palabras mientras caminamos en círculos con la vista nublada por nuestros sueños, creando y recreando un mundo a nuestra medida.
Esa no es la vía. ¿Por qué nos resulta tan difícil ser exactamente lo que somos, estar simplemente donde estamos?.  Practicar no tiene nada que ver con transformar, con cambiar, practicar no es algo especial que nos convierte en seres especiales. La vía no es nada especial. Practicar la vía es, de alguna manera, dinamitar toda la experiencia construida en base a nuestros recuerdos, nuestras fantasías, nuestras ilusiones, nuestras esperanzas, demoler todo eso que da solidez a nuestras creaciones del mundo y abrir los ojos al mundo que es, en este instante.  Quizás a hacer esto es lo que llaman iluminación.  Yo no lo se, pero si no queremos llamarlo así me da igual. No lo llamemos de ninguna manera, es lo mejor.  Sea como sea, eso, no se encuentra ahí fuera, en algún lugar; eso, es sólo nosotros mismos en este instante.  No necesita de bellas palabras, de fantasías, de imaginación, de libros.  En realidad no necesita de nada que no sea nosotros mismos, aunque amigo, ese nosotros mismos, ese sólo nosotros mismos rebosa al mismo tiempo con la vida del universo entero.


martes, 8 de febrero de 2011

Sandokai

Desde hace algunos meses en Sevilla, en nuestro dojo, hemos empezado a recitar el Sandokai en alguna de las ceremonias de la mañana.  Creo que es importante contar con una traducción de este texto.
El Sandokai fue escrito por el Maestro Sekito.  El nombre Sekito se traduce por “cabeza de piedra”.  Parece que este nombre le viene de sentarse en zazen en una cabaña que construyó sobre un saliente rocoso en el monte Heng.  En esta pequeña ermita con techo de paja escribió “El canto de la cabaña del techo de paja”.  En una de sus estrofas dice:

“Aunque la cabaña sea minúscula, contiene el universo entero.
 En diez pies cuadrados, un anciano ilumina las formas y su esencia.”

Los dos discípulos más conocidos de Eno fueron Seigen y Nangaku.  Seigen tuvo como Discípulo a Sekito (nieto por tanto en el Dharma de Eno) y Nangaku a Bassho.  En Sekito y en Bassho, sereno y penetrante uno, espontáneo y directo otro, se encuentran ya bastante definidos los gérmenes de lo que más adelante se conocerán como escuelas Soto y Rinzai.
Parece ser que el Sandokai tiene una importante influencia taoista, de hecho toma el nombre de un texto taoista que trata sobre el I-ching.
Los fenómenos (san), la esencia (do) entran y salen el uno de el otro.  Eso es Kai.

Hay varias traducciones de este texto en castellano.  Esta que os adjunto es fluida, me gusta especialmente, pero podéis encontrar otras   Tanto el Maestro Deshimaru como el Maestro Suzuki lo comentaron.  Os animo a leer estos comentarios.


SANDOKAI - IDENTIDAD DE LO RELATIVO Y LO ABSOLUTO



La mente del Gran Sabio de la India fue íntimamente transmitida del Este al Oeste.
Entre los seres humanos hay hombres sabios y otros que lo son menos, pero en la vía no hay patriarca del Norte ni patriarca del Sur.
La fuente espiritual brilla claramente en la luz, los afluentes fluyen en la oscuridad.
Aferrarse a los fenómenos es ilusión; encontrar la esencia no es la iluminación.
Los objetos de los sentidos (las esferas objetivas y subjetivas) son interdependientes y al mismo tiempo son absolutamente independientes.
La interacción produce implicación y sin embargo cada fenómeno se mantiene en su propio lugar.
Las imágenes varían en calidad y forma; el sonido distingue armonías y disonancias.
La obscuridad hace todas las palabras una (no distingue entre refinadas y vulgares), en la luz se distinguen frases claras y las oscuras.
Los cuatro elementos regresan a su naturaleza igual que un niño regresa a su madre.
El fuego es caliente, el viento se mueve; el agua es húmeda, la tierra sólida.
Ojos e imágenes, oídos y sonidos, nariz y olores, lengua y sabores.
Todos los fenómenos dependen de estas raíces, son como las ramas y hojas de un árbol.  
El tronco y las ramas comparten la misma esencia.
En la luz hay oscuridad, pero no la veáis sólo como oscuridad;  en la oscuridad hay luz pero no la veáis sólo como luz.
Luz y oscuridad se oponen la una a la otra, como el pié de derecho e izquierdo al caminar.
Cada cosa tiene su propio valor en sí mismo y está relacionado a todo lo demás de acuerdo con su función y posición.
La vida ordinaria encaja en lo absoluto como una caja y su tapa.
Lo absoluto trababa junto con lo relativo, como dos flechas encontrándose en el aire.
Al oír estas palabras deberías comprender la gran realidad.
No juzgues por vuestras propias normas.
Si no sois capaces de comprender el camino (la vida cotidiana) que tenéis delante, ¿cómo podréis reconocer la vía?.

La práctica nada tiene que ver con lejos o cerca, pero si os apegáis a la idea de bueno y malo, montañas y ríos obstruirán vuestro paso.
Yo digo respetuosamente a quienes deseen alcanzar la iluminación: no perdáis el tiempo ni de día ni de noche.  (no paséis en vano a través de la luz y de las sombras –Suzuki)

sábado, 5 de febrero de 2011

Temas de reflexión

Un tema que aparece periódicamente  en las conversaciones  de la shanga, es el de  si determinadas responsabilidades en un templo o en un dojo deberían ser asumidas exclusivamente por monjes o no.  Personalmente no es una cuestión que me preocupe lo más mínimo. No perdería ni un instante en discutir sobre esto si no creyera que es un tema interesante no por si mismo sino por el gran número de otras consideraciones que arrastra tras él.


Por ejemplo; se repite a menudo cuando surge este u otro tema de discusión parecidos, que alguien en algún momento de la conversación dice: “Esto es  así porque en nuestra tradición-escuela siempre ha sido así”. Después de esta frase determinante, todos asentimos y nos quedamos tan panchos.
A mi en primer lugar me gustaría saber si cuando decimos algo de este estilo, estamos haciendo referencia al Japón actual, nos remontamos a lo que ocurría en la china de los Song, a las cinco dinastías o quizás a la India Búdica. En cada uno de estos momentos y por supuesto también en todos los intermedios, ha sido diferente, ahora es también diferente.  Lo esencial no cambia pero las condiciones y características si.  Entonces desenmarañar lo esencial de entre todo el conjunto de condiciones y características cambiantes es el trabajo asignado a cada generación.  La nuestra no puede ser ajena a esto.
Aceptar que las cosas son así, simplemente por que siempre han sido así no es algo que debamos asumir, tampoco debemos asumir que la normativa que caracteriza a la ética confuciana invada la ética budista; no son la misma cosa.  Asumir todas estas cosas es  desentendernos de nuestra responsabilidad en este momento histórico preciso.

Plantearnos que significa ser monjes zen ahora y aquí.  Plantearnos si no estaremos minusvalorando la figura del Bodhisattva esencial en el desarrollo del Budismo Mahayana.  Plantearnos qué  significa tomar refugio en el Buda-Dharma-Shanga. Plantearnos si profundizar en nuestra herencia más cercana debe significar al mismo tiempo aceptar como válidas las cargas simbólicas de estatus, autoridad, grados, que parecen acompañarla o tratar de dejarlas a un lado, etc, etc.
Reflexionar y hacer evolucionar todo esto es nuestro trabajo ahora. En nuestro dojo en Sevilla, en nuestro templo,  en cada lugar de práctica. No podemos delegarlo. 



domingo, 16 de enero de 2011

Jornada de Zazen - Enero


Practicar juntos, aquí en este dojo, o en Seikyuji, nuestro templo,  o en Utrera o en cualquier otro lugar es un privilegio. Una gran suerte, el resultado de un buen karma. 
La vía está justo bajo nuestros pies, hemos tenido la enorme suerte de nacer con forma humana, de encontrarla, de encontrar el Dharma, de encontrar a unos compañeros en la vía, nuestra shanga, a un buen amigo, nuestro maestro Raphael, un templo y sin embargo una y otra vez dudamos.  Dogen dice al final del Fukanzazengi: “Un solo paso en falso y perdemos el instante presente”.   Y sin duda con él perdemos la vía y desperdiciamos la vida.  Esta pasa rápidamente.  En un instante es nada.

No debemos dudar.  Debemos mantener la firme convicción de que nuestra verdadera mente es pura, clara, brillante y perfecta.  Estar aquí  hoy practicando esta jornada de zazen nos permite actualizar esta convicción, nos permite profundizar en esta convicción.
Cada día damos cien mil vueltas por los distintos reinos de la existencia.  Nuestra mente atraviesa distintos estados, miles de pensamientos, somos como vagabundos, errantes, inconscientes de nuestra naturaleza original. Desechad todos los falsos pensamientos.  Debemos emplear nuestra mente para observar de dónde vienen y a dónde van. Practicar de este modo, sin importar qué clase de falsos pensamientos aparezcan.  No debemos tratar nunca de reprimirlos, sencillamente debemos dejar que se desarrollen mientras los observamos.  Son como burbujas que van flotando por la superficie el agua.  Zazen es la espada que corta todas las ilusiones.  Si estamos aquí es para poner toda la energía tratando de profundizar en esto.  Ahora, en este instante la vía está bajo nuestros pies y nuestra verdadera mente es pura, clara y brillante.  Luego durante el desayuno sera igual pero es ahora que podemos con más facilidad observar los juguetes que nos atrapan, los juguetes a los que les dedicamos nuestra vida, nuestra energía, los juguetes que veneramos, los que adoramos, los que nos esclavizan, los juguetes de los que huimos, los que perseguimos.  Es ahora que podemos comprender que son solo burbujas flotando sobre el agua.  Aprovechar esta jornada para observar esto y si no estais dispuestos entonces lo mejor es marcharse a pasear.  Hace un día precioso.