miércoles, 17 de diciembre de 2014

Una suerte muy rara.


En el Shushogi está escrito:  “ Nacer con forma humana es una suerte muy rara, como rara es la suerte de entrar en contacto con el Dharma de Buda”. 
El nacimiento es el undécimo vínculo de producción condicionada.  El primero es la ignorancia. El último la muerte, que impulsa de nuevo a la ignorancias y todo recomienza.
Cuando las causas están reunidas el resultado establecido se produce.  Las causas se reúnen a lo largo de las vidas de nuestros antepasados, generación tras generación. Nuestra madre y nuestro padre las certifican en el momento de la concepción. Las posibilidades son infinitas, los resultados posibles son infinitos, pero nuestros padres han reunido las causas exactas que provocan que los cinco agregados tomen la forma que conocemos como yo. Esta es una suerte muy rara.  Si lo vemos, si lo sentimos, si nos estremece, ¿qué pensamos hacer con esto?.

Hemos por tanto nacido con forma humana y además hemos entrado en contacto con el Dharma del Buda.  Una línea infinita de antepasados han reunido las causas, una línea infinita de Patriarcas han protegido el Dharma y ahora nosotros estamos aquí, justo en el vértice de estas dos líneas que coinciden.  ¿No os produce un escalofrío?.

En unos días llegaremos a un nuevo fin de año.  El momento de los grandes votos.  Si  nos estremecemos ante esta confluencia, hagamos el voto de profundizar en la práctica con toda nuestra energía, juntos, en nuestro pequeño Dojo de Sevilla. 

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Karma


Tras el taller-Dharma del sábado pasado en el dojo surgió el tema del karma y de la reencarnación.  Ambos son temas complejos. Para muchos es absurdo hablar de Budismo sin aceptar la reencarnación.  Según estos, el interés del Buda en la liberación se centraba en la liberación de la cadena de reencarnaciones. Esta afirmación parece históricamente evidente pero ¿qué se reencarna?.  El Buda habla de la ausencia de un “si mismo” individual y permanente o de un alma que pueda pasar de cuerpo en cuerpo en el curso de vidas sucesivas.  El “si mismo”, sólo existe en dependencia de los cinco agregados y estos a su vez son fenómenos compuestos e impermanentes.   
Algunos maestros han hablado sobre un continuum de conciencia…

En el zen hablamos de los doce lazos de la producción condicionada. Estudiar estos lazos nos permiten entender un poco mejor la relación entre karma y transmigración. Maestro Deshimaru habló sobre esto. Quizás puede ser interesante estudiar sus palabras sobre este tema para el próximo Taller-Dharma.  En el Visudhimaya Sutra se dice: “Cuando esto existe aquello existe.  Cuando esto aparece aquello aparece. Cuando esto no existe aquello no existe tampoco. Cuando esto se termina aquello se termina.”  

Karma. “Los hechos siguen naturalmente a las causas”. Karma es un término budista que en occidente se ha banalizado.  Evidentemente no tengo ninguna autoridad para ponerme a  hablar sobre el karma, pero si me gustaría dejar constancia aquí de un par de reflexiones que me hago al respecto. 
En primer lugar me sorprende la capacidad que tiene el ego humano, sobre todo en occidente, de tomar posesión, de apoderarse de cualquier cosa que se ponga a su alcance.  Por ejemplo: hablamos de mi karma. Da igual que hablemos de un karma subjetivamente negativo o subjetivamente positivo. Es mi karma, MIO.  Tengo la impresión que el posesivo en relación con el karma es desconocido en oriente.   Se habla de karma no de mi karma.
Cualquier pensamiento, palabra, o acción provoca o promueve una consecuencia.  De una manera gráfica es como si cada una de estas cosas se convirtiera en una piedrecita que arrojamos al gran lago de las condiciones y circunstancias.  Estas piedrecitas provocan ondas que en algún momento retornan a nosotros.  Pero cuando utilizamos esta imagen pensamos en un lago tranquilo en el que el movimiento y la respuesta a ese movimiento es provocada sólo por nuestras piedrecitas.  Cuando hablamos de karma y no de mi karma el lago tranquilo se transforma en un lago atravesado continuamente por miles, por millones de ondas.  Estos miles, millones de ondas interactúan, influyen, frenan, e impulsan las propias. Con lo que el resultado que “recibimos” es el de la interrelación de todas esas infinitas ondas influenciándose las unas a las otras.  No se si esta percepción del karma es o no canónica.  Pero creo que es más cercana a la ineludible interrelación de cada cosa del universo con todas las demás.  Desde esta perspectiva, para mi al menos, es más evidente el hecho de que lo importante no es tanto cambiar el sentido del karma sino de reducirlo o lograr disolverlo. Y es aquí donde zazen se convierte en piedra esencial.  Zazen es el gran no hacedor de karma. Esto nos deja entonces espacio y perspectiva para deshacer, para disolver el karma anterior. Bueno, quien sabe. ¿Tiene esto algún sentido para vosotros?


lunes, 21 de julio de 2014

Los costes de la espiritualidad


Me he permitido trasladar a nuestro Blog este artículo de Jiso Forzani publicado hoy en el blog Huellas de Zen. En nuestro dojo, en nuestra práctica juntos, compartimos plenamente desde el comienzo este criterio que expresa Jiso en su artículo. Es bueno que alguién con su autoridad moral lo exprese públicamente. 



Huellas de Zen - lunes, 21 de julio de 2014


Los costes de la espiritualidad. Jiso Forzani.

Desde hace algunos años Jiso Forzani desarrolla el rol de Sokan, es decir, Director de la oficina europea de la Soto shu, delegación en el exterior del brazo administrativo del budismo Soto zen japones. Desde aquella alta sede tiene la posibilidad, y a menudo el deber, de observar de cerca como en los distintos “centros” zen europeos es conjugada la práctica religiosa con el dinero. Tras la enésima experiencia, sin citar ningún sitio en particular, nos ha enviado el articulo que sigue, dirigido a todos los lugares en los que se practica zazen. Pero podría igualmente dirigirse a todos los lugares de práctica, independientemente de la religión a la que pertenezcan.






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Los costes de la espiritualidad

Jiso Forzani



Recientemente he tenido la oportunidad de hablar sobre el tema de los costes de participación en retiros espirituales zen (sesshin) y, en general, en las actividades de los distintos centros de práctica zen actualmente existentes un poco por todas partes en Europa. He reunido algunas ideas para una reflexión que deseo hacer públicamente, porque creo que se trata de un tema de importancia crucial. Durante la charla surgió una cuestión planteada de la siguiente manera: hay personas que, aun no teniendo particulares dificultades económicas y que no escatimarían gastos si se trata de adquirir el último teléfono inteligente que haya en el mercado, se sienten obligadas a ahorrar en los gastos de participación en la práctica espiritual, por una especie de ideología de la pobreza. El tema me ha hecho pensar, y cuanto sigue es el producto de mi reflexión.

El problema no es, creo, la actitud de las personas que quieren ahorrar o la oferta de una espiritualidad a precios asequibles. La cuestión esencial se sitúa completamente en otro plano, no se puede “ahorrar” en lo que se refiere a la espiritualidad por el simple motivo de que la espiritualidad no tiene un precio, no se puede pagar. Si hay algo que pagar, no se trata de espiritualidad, que no es un bien vendible ni adquirible y por tanto no puede tener precio. Lo que se paga, si se paga, no es la espiritualidad, es el alojamiento y la comida, no la actividad espiritual (zazen, enseñanzas, participación en el culto...). Si es esto lo que se paga, si se piensa en hacer pagar esto, no se trata ya de una práctica religiosa, pierde su carácter espiritual y se convierte en un bien comercial. Incluso si se hace y se hace hacer zazen, ceremonias, enseñanzas, con rigor e intensamente, ya no son formas de espiritualidad, se convierten en formas mundanas. Se trata de una mutación, de una transformación alquímica, por así decir. Aun manteniendo la forma exterior, la sustancia cambia completamente, el oro se vuelve a convertir en plomo. Nosotros no tenemos el poder de transformar el plomo (la tierra, la mierda...) en oro. Es un don gratuito, alguno le llamarían gracia. Pero tenemos, sin duda, el poder de transformar el oro en plomo (en tierra, en mierda...). Sabemos bien que no es por virtud de nuestro esfuerzos que zazen, los ritos, las enseñanzas son prácticas religiosas espirituales, cuando lo son. Pero ciertamente podemos, con solo un pensamiento, transformarlos en productos de nuestro interés, de nuestra superstición, de nuestra vanidad intelectual. En una palabra, de nuestra deshonestidad, más o menos consciente.

Creo que esto debe estar muy claro cuando se ofrece a las personas la posibilidad de participar en un retiro, pidiendo al mismo tiempo un precio establecido en vez de hacer, sin más, un libre ofrecimiento. Habría que explicar de forma explicita, de una manera que no pueda dejar lugar a duda, que el dinero que se pide no tiene nada que ver con la práctica que se realizará juntos, es solo el precio del alojamiento y de la comida y solo para ese fin es utilizado, para dar de comer y techo a aquellos que vienen. De otra forma todo el el esfuerzo, tanto del que organiza, como del que participa, será vano y el precio no valdrá ni siquiera el precio de una vela, por mucho o poco que sea, por el simple hecho de que la vela está apagada, incluso para dar luz.

Abrir y administrar un lugar de práctica religiosa donde vivir de modo santo y conducir retiros no es una obligación, es una libre elección, un lujo en este mundo en el que la libertad de elegir el estilo propio de vida está tan venida a menos; y quien siente este deseo, incluso como imperativo moral, debería realizarlo y mantenerlo a su costa. Creo que aquí vale el principio y el espíritu de la limosna, recibiendo aquello que es espontáneamente dado sin pedir o provocar el don; aceptando solo lo necesario para la vida más sobria posible de los practicantes presentes. Sé de que hablo, por haber “gestionado” yo también durante años lugares de práctica (dojo) y una comunidad residencial y de acogida, y por tanto conozco por experiencia personal los errores que se pueden cometer en este ámbito, por haberlos cometido también yo.

Puesto que considero el tema actual importante y pertinente, y de interés público para cualquier experiencia religiosa y no solo para el pasado, presente y futuro del budismo zen en Europa, me permito exponerlo aquí en estos términos. Gracias.



Giuseppe Jiso Forzani
Julio 2104

martes, 8 de abril de 2014

Ver con los ojos de otro.

Amigos, me he permitido reproducir aquí el artículo que ha publicado hoy en su facebook el amigo Juan Arnau.  En él quizás habla de filosofía aunque yo no sería capaz de afirmarlo. ¿qué pensáis?.  Que lo disfrutéis.

Ver con los ojos de otro. Ese es el primer aprendizaje. Y ese movimiento se obra gracias al maestro. No todo es vanidad. El maestro nos enseña a desplazar nuestra mirada, a desembarazarnos de nuestras propias inclinaciones, del lastre que traemos a la vida. Si lo logramos, un nuevo mundo se aparece a nuestra mirada. No importa que el maestro sea un gran maestro, no importa incluso que muestre una perspectiva equivocada, lo que importa es que nos ayuda a desplazarnos, a mirar con los ojos de otro. Esa es su enseñanza fundamental. Otros maestros nos reubicarán, hasta que encontremos nuestro sitio, nuestra propia mirada, hecha de las miradas de aquellos que nos precedieron. Para que esto sea posible es necesaria la devoción, la devoción al maestro, pues en toda trasmisión de la enseñanza hay un trasfondo erótico, un ardor, una llama que no debe apagarse. El amor de Platón a Sócrates es el ejemplo fundacional. No el último. Aristóteles fue probablemente el mejor de los filósofos. Estuvo veinte años con su maestro en la Academia, en su juventud veía el mundo con los ojos de Platón. Interiorizó su enseñanza, la experimentó, la llevó hasta la ósmosis vital, y entonces dio el giro, entonces pudo ser él.
Cada persona es un ángulo desde el que se ve el mundo, la idea es de Leibniz. Cada ser es el mundo entero metido en una mónada, pero no se trata de que el mundo se repita en todos los seres de igual modo, no se trata de un holograma, se trata de que en cada ser se reproduce el mundo desde una perspectiva particular. Pero ese ángulo no es fácil de encontrar, y entonces, cuando no se haya, se produce la insatisfacción, la ansiedad y todas aquellas cosas que hacen la vida desdichada. En el Don Juan de Castaneda hay un episodio divertido que explica esto. El discípulo tiene que encontrar su sitio en un pequeño patio, y pasa muchas horas moviéndose de un lugar a otro, sentándose y levantándose, hasta que finalmente lo encuentra. Lo mismo con la filosofía. Vivir los filósofos hasta encontrar el propio, o hasta configurar una filosofía propia, con esas experiencias vividas con los ojos de otro. Si esa práctica de la atención filosófica, no puede haber filosofía propia. Y para que esto ocurra hace falta el maestro. Lo demás es dialéctica, humo.

 Juan Arnau.

jueves, 3 de abril de 2014

Cada instante es un encuentro, cada encuentro es fugaz.


Cada instante es un encuentro y cada encuentro es fugaz. Cada instante, cada encuentro forma parte de una cadena cuyo origen no es posible de localizar y cuyo final no es posible de adivinar.
El otro día, alguien en el Dojo preguntaba sobre el esfuerzo necesario para mantener la atención presente en cada uno de estos instantes, en cada uno de estos encuentros.
En el pequeño sutra que se recita al final de la jornada se dice:"tomad consciencia del instante presente". Nuestra consciencia es como una luz. Es una luz muy potente. Puede iluminar un espacio amplio a nuestro alrededor y hacerlo entonces de una manera difusa o focalizarse en un solo punto e iluminarlo de una manera intensa. Durante zazen repetimos el intento de mantener este foco concentrado, embebido en la postura y en la respiración. Para eso eliminamos estímulos, adoptamos una postura intensa y nos rodeamos por un ambiente propicio. No necesitamos de nuestra voluntad para esto, sólo necesitamos de nuestra decisión de sentarnos y abrir los ojos para sentir lo que ocurre. De hecho, mientras más nos relajamos, mientras mas relajamos la tensión de nuestro cuerpo, de nuestra mente, mientras más nos abrimos ,más fácilmente, más naturalmente nuestra consciencia y nuestra atención se colocan ahí donde estamos.
Pero y luego, ¿qué pasa en nuestra vida cotidiana?.  Si tratamos, mediante el esfuerzo , de mantener el mismo nivel de atención de la consciencia en cada instante, en cada encuentro, posiblemente fracasemos una y otra vez y posiblemente este fracaso nos lleve a olvidar completamente el intento e incluso nos empuje a abandonar la práctica de zazen. En un momento en que parece que la atención plena es algo al alcance de la mano realizando un par de cursos, zazen se presenta como válida para nada.

Sin embargo la práctica de zazen crea en nosotros lo que podríamos llamar como una “predilección” por la atención en el instante.  Esta “predilección” aparece automáticamente como “efecto” de nuestra práctica de zazen. Sólo tenemos que permitir que esta predilección crezca naturalmente.  Dogen al volver de China parece que a la pregunta de: ¿qué has aprendido durante este tiempo?, respondió: No mucho, amabilidad y gentileza. Debemos aprender también nosotros a tratarnos en nuestra práctica con amabilidad y gentileza.

Tomad consciencia del momento presente dice el pequeño sutra, pero antes también dice: el tiempo pasa rápido como una flecha.  Yo me he aferrado a esta frase hasta convertirla en una especie de mantra. Repito este mantra cada vez que compruebo que mi espíritu, que mi mente está completamente dispersa o completamente empantanada, una vez más, en los lloriqueos, quejas, sueños o ilusiones de costumbre para que me devuelva de golpe al instante. Pero a la vez, la práctica continuada de zazen me da una mayor fluidez.  Esta fluidez permite que el hábito de la atención naturalmente se establezca más y más firmemente en mi vida cotidiana.
No pretendo convencer a nadie de que esta es la “manera zen” de actuar sobre el tema de la atención no tengo ni idea de cual es esa manera, sólo puedo hablar de mi experiencia. Actualmente es fácil encontrar libros, artículos, videos que tratan sobre la atención así que cada uno puede profundizar ampliamente sobre este tema y sobre la base de la práctica continuada pueden ser de ayuda .

jueves, 6 de febrero de 2014

De mi lado



“En la vía nunca te pongas de tu lado”.  Una frase directa, simple y con una gran carga de profundidad.  Ponernos de nuestro lado es absolutamente natural.  De hecho supongo que es una de las funciones principales de nuestro ego: conseguir que nos pongamos de nuestro lado.  De alguna manera esto ayuda a nuestra supervivencia.   Pero en la vía ponernos de nuestro lado implica encallarnos en nuestras propias opiniones, en nuestra visión de las cosas, en nuestra comodidad.  Pero lo contrario es ponernos en riesgo, es desequilibrarnos, es ir un paso más allá del borde del acantilado y repetir esto una y otra vez. 
Nadie quiere hacer esto por eso todo lo acabamos reformando para que se adapte a nuestra medida.  De todo hacemos un traje a medida. Hacemos lo mismo con la práctica.  Un poquito y con cuidado. Yo a menudo digo poco a poco, pero poco a poco no significa reservando energía, significa simplemente que no podemos poner nuestra vida boca arriba.  Antes hace treinta o treinta y cinco años llegaba mucha gente al dojo que de un día para otro quería abandonar sus estudios, su familia, su trabajo y entregarse a la vía.  Éramos muy hippie entonces, por eso continuamente decíamos poco a poco.  Pero ahora esto ya no ocurre.  Quizás deberíamos empezar a decir más rápido, más rápido.  No se.  Es complicado. Pero cuando tengáis dudas recordar: “En la vía nunca te pongas de tu lado”.