Zazen

Si comprendéis que zazen es la gran puerta de la ley, seréis parecidos al dragón que se sumerge en el agua o como el tigre que se reencuentra con sus bosques profundos” (Maestro Dogen, s.XIII).

La práctica del zazen es el secreto del zen. Esta práctica no nos fuerza a obtener algo. Sin finalidad alguna, es únicamente concentración en la postura, en el modo de respirar y conlleva una determinada actitud de espíritu. A través de la postura justa, significa tocar el espíritu puro, original, que existe en cada uno de nosotros y que a menudo está oculto por nuestros pensamientos y por las tempestades emocionales que nos agitan.


LA POSTURA

“Si alguien os pregunta qué es el verdadero zen, no será necesario que abráis la boca para explicarlo. Mostrad simplemente todos los aspectos de vuestra postura de zazen. Entonces el viento de primavera soplará y hará florecer la maravillosa flor del ciruelo” (Daichi Sokei 1290-1366).

Es importante comprender los diferentes aspectos de la postura de zazen para no forzar el cuerpo a una rigidez y a una immobilidad contraria a la fisilogía natural de cada uno. En la postura hay que encontrar, en la verticalidad,  el equilibrio entre la tensión y la distensión. La posición de la pelvis es fundamental. Conviene sentarse en medio del zafu (cojín redondo), bascular ligeramente la pelvis hacia delante y apoyar las rodillas en el suelo.

Una buena posición de la pelvis permite que la columna se yerga hacia el cielo sin crear tensiones  y permitiendo que la cabeza se coloque de forma natural también erguida y con el mentón entrado. Los hombros, la caja torácica y el vientre están distendidos, y ello permite una respiración libre y profunda. Los ojos permanecen semicerrados. La mirada se posa a unos 45 grados de distancia, pero está volcada hacia el interior.

Los dedos de la mano izquierda se colocan sobre los dedos de la mano derecha con las palmas hacia arriba y en contacto con el abdomen. Los pulgares se tocan, de forma firme y ligera a la vez, y constituyen una prolongación uno del otro, sin formar ni montaña ni valle.

Durante zazen la atención permanece alerta,vigilante respecto a cada detalle de lo que uno siente y tambien respecto a la respiración. Los pensamientos dejan de encadenarse unos con otros. Aparecen, ya que ésta es su naturaleza, pero, si se mantiene la atención en la postura, desaparecen sin dejar rastro. Natural e inconscientemente la voluntad personal del ego deja de agitarse. Sólo existe el instante presente.



LA RESPIRACIÓN

“Nuestra espiración es la del universo entero. Nuestra inspiración es la del universo entero. A cada instante realizamos así la gran obra ilimitada. Tener este espíritu significa hacer desaparecer toda desdicha y engendrar la felicidad absoluta” (Kodo Sawaki, 1880-1965).

Durante zazen la respiración es esencial. Es tranquila y se realiza a un ritmo lento, poderoso y natural. La espiración es larga y profunda.
Los maestros la comparan a menudo con el mugido de la vaca.
La inspiración, que es corta, viene de forma natural. Esta espiración lenta y profunda hace desaparecer las complicaciones de la mente.
El espíritu deviene claro como un cielo sin nubes.

LA ACTITUD DEL ESPÍRITU

“Cuando el espíritu no se demora en nada, el verdadero espírito aparece”(Sutra del Diamante).
Del mismo modo que de la respiración justa sólo puede surgir la postura justa, la actitud adecuada del espíritu  trae consigo una profunda concentración en la postura y en la respiración.

En zazen las imágenes, los pensamientos, las formaciones mentales surgidas del inconsciente pasan como las nubes en el cielo y se desvanecen de forma natural.

Esta es la realidad de nuestra vida en unidad con el universo entero. Sin buscar nada ni evitar nada, uno aprende a conocerse a sí mismo y a armonizarse con la verdadera naturaleza de nuestra existencia. Se realiza una gran libertad interior. 

El ZEN Y LA VIDA COTIDIANA

“En nuestro mundo perturbado, practicar zazen significa volver a la verdadera dimensión del ser humano y reencontrar el equilibrio fundamental de nuestra existencia” (Taisen Deshimaru, 1914-1982).

Zazen influye en la existencia entera, en el cuerpo y el espíritu. A través de la práctica regular, se puede profundizar en la comprensión de nuestra propia vida. Esta comprensión se refleja entonces en todas nuestras acciones cotidianas.

Como en zazen, podemos estar totalmente presentes en el instante, en la plenitud del aquí y ahora. Nuestra mente se calma, sin complicaciones, sin cálculos, sin miedos, y nos armonizamos con  el fluir de la via cósmica. De este modo la relación con los demás se hace más fácil, más transparente.

La compasión se manifiesta y la sabiduría aparece. Podemos entonces ir a lo esencial y la vida se simplifica. Zazen es la forma adulta de nuestra vida. Es la verdadera felicidad, la auténtica libertad.