martes, 5 de abril de 2011

Atrapado

Ayer, al mediodía un vencejo quedó atrapado por un ala en la persiana de un balcón justo en frente de nuestro dojo.  Es una casa abandonada por lo que no podíamos hacer nada por liberarlo.  Durante todo el día y hasta el final de la tarde luchó incansablemente para tratar de escapar.  
Cada día a nuestro alrededor, en nuestro mundo mueren miles de personas de hambre, de enfermedad, a causa de las guerras, por desastres naturales, sin embargo, la lucha infructuosa de este vencejo me conmovió de una forma que todas estas tragedias cotidianas no consiguen ya.  Quizás se deba a que la imagen del vencejo atrapado, tratando de liberarse me evocaba algo inconsciente, profundamente enraizado en mi interior. Ese evocación tiene algo que ver con esa lucha que mantengo a menudo para tratar de escapar de esa situación que no quiero, de esa vida que no quiero, de ese aspecto de mi carácter que no quiero, de ese pensamiento, sentimiento, miedo que no quiero.  Quizás sea por eso. No lo se.   Al comenzar el zazen de la tarde el vencejo, al igual que nosotros se quedó inmóvil, al igual que nosotros quedó sólo a la espera de la llegada de la noche.
En los templos, tras el último zazen del día se recita este pequeño sutra:

"Oídme practicantes del Dharma, la vida y la muerte es el asunto esencial.  El tiempo pasa rápido como una flecha.  A vosotros que buscáis la vía, humildemente os digo: tomad consciencia del momento presente."

Anoche especialmente, me habría gustado que alguien lo recitara, para el vencejo, para mi, para mi, para el vencejo, para mi...