Esta mañana en el dojo hemos recitado el Daishin Darani en memoria de Jhon Kopetz el monje del Dojo de Barcelona que falleció la pasada semana. Las ceremonias de dedicación son uno de los aspectos esenciales de la vertiente popular de las religiones. Las ceremonias dedicadas a una persona fallecida sin duda ayudan a que los familiares y los amigos cercanos vean mitigado en algo su dolor. Al resto nos recuerda nuestra impermanencia. Nacemos, vivimos y morimos.
Alguien escribió: “No entiendo por qué razón los seres humanos tenemos tanto miedo a la muerte teniendo en cuenta que es algo que cientos de millones de otros seres humanos han hecho ya antes que nosotros”. Si lo pensamos bien los elementos constitutivos de estos cientos de millones de seres humanos están ahora presentes en el agua, en la tierra, en el aire, en cada uno de nosotros, en cada cosa a nuestro alrededor. ¿Cómo podemos separar a Jhon de todo esto?, ¿cómo podemos intentar separarnos cada uno de nosotros de todo esto?. Intentamos e intentamos durante toda nuestra vida separarnos, aislarnos, individualizarnos de todo eso, de esa corriente vital para marcar y señalar un espacio particular a nuestro alrededor. Que estupidez.
Hoy hemos dedicado la ceremonia a la memoria de Jhon pero a la vez la hemos dedicado a la memoria de esos cientos de millones de seres humanos que han acumulado las condiciones y circunstancias que nos han traído a este instante. También la hemos dedicado a nosotros mismos, inmersos en la misma corriente de vida-muerte que Jhon y que todos los demás. Y también se la hemos dedicado a todos los que detrás nuestra seguirán tirando de este hilo de vida, hilo de Dharma. Hilo que recorre este torrente de principio a fin, de fin a principio eternamente. Hoy la ceremonia se la hemos dedicado a Jhon.
No hay comentarios:
Publicar un comentario