No es fácil nacer con forma humana, nacer como seres humanos. No es fácil mantener nuestra humanidad durante veinte, cincuenta, noventa años. Para hacer esto tenemos que alimentarnos, vestirnos, protegernos de las enfermedades, del frío y del calor, educarnos, formarnos. Para mantenerla nos esforzamos, a veces agredimos, a veces amamos… pero siempre, siempre nuestros esfuerzos están acompañados por el sufrimiento, el sufrimiento provocado por la ignorancia, por el odio, por la avaricia y siempre sabiendo que al final, irremediablemente, nuestra muerte disolverá en un instante los elementos que componen la humanidad que con tanto esfuerzo tratamos de mantener. Este final llega desde muchas direcciones, enfermedad, vejez, y a veces también, como ha ocurrido ahora en Japón, puede llegar de la mano de la naturaleza.
Para algunos toda esta carga de sufrimiento, siempre presente de una manera u otra, se hace insoportable, tanto, que renuncian a seguir tratando de mantener su humanidad y se suicidan otros, la mayoría, no tienen ese valor o esa cobardía y se narcotizan de diversas maneras para tratar de ocultarlo.
¿Qué podemos hacer con todo esto?. ¿Hacia donde podemos girarnos?. Son preguntas como estas las que impulsan que el deseo de practicar germine en nuestro interior. Intentar acallar estas preguntas sólo puede aumentar nuestros sufrimientos.
La mayoría de los seres humanos sólo giramos nuestro rostro en dirección a la vía cuando el látigo del dolor penetra profundamente en nuestra carne, cuando cerca nuestra el sufrimiento aparece de forma brusca. Como ahora, cuando el sufrimiento trasmitido de forma inmediata, en primera plana, por todos los medios de comunicación actuales nos alcanza. Entonces y sólo entonces escuchamos los gritos que surgen de todo este sufrimiento.
Decimos cada tarde:”por innumerables que sean los seres sensibles, hago el voto de salvarlos a todos”. ¿cómo podemos cumplir este voto?. Mientras pensemos que estos gritos son ajenos a mi, que son diferentes de mi mismo no es posible. Mientras pensemos que tenemos que hacerlos nuestro, traerlos de fuera a dentro no es posible. Mientras pensemos que hay alguien a quien salvar y alguien que salva no es posible.
Mientras pensemos todas estas cosas estos gritos, muchos otros gritos seguirán repitiéndose amplificados por el eco del inmenso universo. Podremos empezar avanzar por el camino sólo cuando empecemos a entender que nadie salvo nosotros mismos está lanzado esos gritos. Que esos gritos surgen de nuestra propia garganta, que esos innumerables seres sensibles son este ser sensible. Es sólo a partir de este momento en que empezaremos a caminar firmemente sobre nuestros propios pies como verdaderos seres humanos.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar