domingo, 1 de mayo de 2011

La dicha



A lo largo de los años, en las conferencias y en los mondos, he escuchado infinidad de veces la misma pregunta: ¿para que sirve zazen?, ¿qué nos aporta zazen? ¿cuál es la finalidad de zazen?. 
A lo largo de los años he escuchado casi siempre la misma respuesta: Mushotoku; sin fin ni espíritu de provecho.  Sin duda este concepto de mushotoku es uno de los pilares esenciales en el zen de Dogen, en el zen transmitido por Maestro Deshimaru y en el que ahora transmiten sus herederos.  Sin embargo es evidente que todos, cuando nos acercamos a zazen, cuando nos acercamos a la vía, lo hacemos con múltiples objetivos, expectativas y sueños.  Hay infinidad de ellos y recorren un espectro que va desde los más mundano a los más divino.  Esto es así y el entender, al menos intelectualmente mushotoku, no nos sirve de gran ayuda a la hora de desprendernos de cada uno de estos objetivos.  Aunque lo intentemos con ahínco regresan, reconvertidos de múltiples maneras, en un circuito sin fin.  Creo que dar un primer paso es aceptar que nosotros con nuestra voluntad, con nuestra decisión de hacerlo no podemos desprendernos de estos objetivos.  Sólo zazen puede diluirlos.  Los objetivos con los que nos acercamos a zazen son poco a poco disueltos por zazen.  De alguna manera zazen va desgastando, disolviendo las distintas capas con la que hemos revestido nuestro ego a lo largo de los años.  Nuestras expectativas se marchan junto con estas capas. Esto es así. Es completamente así.  No depende de nuestras capacidades.  Cualquiera que continúe decididamente la práctica puede experimentarlo.
Pero visto esto, la pregunta sigue vigente: ¿qué nos aporta zazen?, ¿qué aporta zazen a nuestras vidas?.  Creo que podemos acercarnos a la respuesta desde múltiples perspectivas.  Me gustaría comentar la que aporta una maestra zen que en sus escritos aborda estos temas de una forma cercana a nuestro bagaje cultural: Joko Beck.
Joko Beck escribe que la práctica de la vía nos aporta dicha.  La dicha no es en este caso sinónimo de felicidad, aunque el diccionario de la Real Academia así lo refleje.  La felicidad tiene siempre presente su contrapunto que es la infelicidad. Buscar la felicidad es condenarse a pivotar continuamente de esta a su opuesto. La dicha por contra incluye momentos felices e infelices, situaciones agradables y desagradables, placenteras y dolorosas. Los míticos cristianos definen la dicha como el estado de espíritu que se alcanza en la continua presencia de Dios, cuando en cada cosa se descubre la presencia divina.
Pero de la misma manera que no podemos desprendernos por un esfuerzo de voluntad de nuestras expectativas en la vía, tampoco podemos acceder por un esfuerzo de voluntad al estado de dicha.  Estar en la continua presencia de Dios o dicho con nuestras palabras: encontrarnos con las cosas tal como ellas son y simplemente asombrarnos, no es algo que podamos obtener es algo que ya tenemos.  Para atisbar este estado no tenemos que añadir tenemos que desbastar, tenemos que quitar, abandonar las capas más bastas, mas groseras de nuestro egocentrismo, de nuestro automatismo a la hora de evaluar, a la hora de enjuiciar.  
Como siempre debemos volver a zazen para realizar esto. A un zazen en el que abandonamos nuestra intención de controlar la respiración y dejamos que la respiración “nos respire”, a un zazen en el que abandonamos nuestra intención de controlar la postura y nos abandonamos en ella con absoluta confianza.  Es en ese momento en el que la dicha es.  Zazen debe ayudarnos a vivir la vida, nuestra vida, desde esta situación de dicha. Cansados, alentados, cabreados, alegres, aburridos, ocupados nada de esto es ajeno a la dicha, sólo necesitamos afrontar, captar lo que está sucediendo aquí y ahora y asombrarnos con ello sin evaluarlo y sin enjuiciarlo.  Hay tensión en esto, implica determinación y sobre todo un enorme nivel de abandono de expectativas.  Lo que sucede en este preciso e irrepetible instante es dicha en estado puro y luego en el siguiente y en el otro. Ahora estamos en la presencia de Dios, Buda o como queráis llamarlo.   Ahora durante zazen, ahora durante nuestra vida cotidiana. 


1 comentario:

  1. Completamente de acuerdo!!!
    Normalmente nuestros conceptos están límitados por nuestra ignorancia, y nos hacemos un poco de lio con lo del Mushotoku (Sin ánimo de obtenciön).

    Doguen dice claramente el el Fukanzazengi:
    "El zazen del que hablo no es el aprendizaje de la meditación. No es más que el Dharma de la paz y la felicidad, la práctica realización de un despertar perfecto."

    Toni

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