domingo, 19 de diciembre de 2010

Sufrimiento

Una persona añadió hace unos días un comentario a la última entrada sobre la sesshin Rohatsu en la que decía: “después de la tormenta viene la calma, es normal entrar en el Nirvana después de seis días de sufrimiento”.  No es mi intención hacer un comentario a los comentarios pero creo que la persona que ha hecho este toca un punto muy importante que merece una reflexión.

Creo que en nuestra sociedad de consumo, de satisfacción inmediata hemos perdido la perspectiva de lo que desde la visión del budismo significa sufrimiento: La noble verdad del sufrimiento es la primera de las cuatro nobles verdades que el Buda expone en su primer sermón

“Ésta, monjes, es la Noble Verdad del Sufrimiento. El nacimiento es sufrimiento, la vejez es sufrimiento, la enfermedad es sufrimiento, la muerte es sufrimiento, asociarse con lo indeseable es sufrimiento, separarse de lo deseable es sufrimiento, no obtener lo que se desea es sufrimiento. Los cinco agregados  son sufrimiento”.

Si queremos encontrar algo que iguale a todos los seres sintientes, hayan o no desarrollado la consciencia, sin duda esto es el sufrimiento. Los seres humanos seamos hombres o mujeres, ricos o pobres, inteligentes o estúpidos sufrimos. Por lo que queremos y no tenemos, por lo que tenemos y nos gustaría evitar, sufrimos por lo que está cerca y por lo que está lejos, por lo que ya pasó y ahora es nada y por lo que imaginamos  que pasará y ahora es nada.  Incluso en los momentos de felicidad, de placer el germen del sufrimiento está presente, ya que sabemos que esto de lo que ahora disfrutamos, esto que ahora nos hace felices,  es esencialmente impermanente y se nos escapará de entre los dedos.  Tenemos un sentimiento constante de que algo nos falta, un hueco que hay que rellenar.  Pero ese hueco es como un agujero negro, todo se lo traga y nunca se sacia.  Corremos detrás de lo próximo que con toda seguridad saciara esta necesidad pero…

El sufrimiento es sin duda la enfermedad con mayúsculas del ser humano.
Por eso el primer paso en la vía es enfrentar este sufrimiento. 
El Dalai Lama tiene una frase genial sobre esto, dice:  “tan sólo los idiotas quieren sufrir más”.  No deberíamos olvidar esto en ningún momento: “Tan solo los idiotas quieren seguir sufriendo”.
Entonces si hay un medio para liberarse del sufrimiento conviene invertir cada instante en encontrarlo. La práctica de zazen no debe añadir, ni siquiera en la intensidad de una sesshin como la Rohatsu, sufrimiento a nuestra vida.  Sólo nos debe mostrar la realidad tal como es.  Debe ponerla delante nuestra con toda la carga que arrastra y a la vez con todo el potencial que posee.  Este poner delante choca con nuestros hábitos de escapar, de huir, de alimentar falsas expectativas, de tratar de acceder a falsos refugios.  Son estas las causas del sufrimiento, no zazen.  Zazen sólo nos las muestra sin veladuras.
 
Zazen no es una prueba de sacrificio, no es una prueba física de resistencia.  Nadie debería entender que el dolor físico que en determinadas condiciones aparece durante zazen tiene un valor positivo, o que es una señal de que todo marcha adecuadamente, sólo muestra los hábitos las tendencias de nuestro cuerpo.  Hay que aprender a corregir estas tendencias pero debemos ser capaces de hacerlo con delicadeza y compasión, descubriendo el punto medio entre ir más allá y violentar nuestra naturaleza.   En nuestra sesshin Rohatsu por ejemplo los zazenes son de treinta minutos con diez minutos de KinHin a continuación.  No todo el mundo tiene las mismas características así que cada uno debe observar y profundizar a partir del lugar en el que esta.  Para cada uno esta delicadeza tiene un color, cada uno debe descubrirlo.  Si juntamos nuestra mentalidad judeo cristiana que defiende que el dolor es el resultado de nuestros terribles pecados a la decoración estilo samurai del zen que algunos adoptan, entonces la práctica de la violencia sobre nosotros mismos está servida.  Pero eso no es zazen, al menos tal y como yo lo entiendo ahora. Mis características físicas personales no me facilitan la práctica de la postura.  A veces me resulta muy dolorosa.  Durante treinta y dos años he pasado por periodos muy diferentes en mi apreciación de todo esto.   Pero mi práctica se desarrolla a partir de ahí.  A veces avanzando por vericuetos retorcidos.  Otras por terreno despejado.  Esa es mi práctica, no La Práctica.  Cada uno debe entender por si mismo.


Es evidente que este es un tema complejo y posiblemente no soy yo la persona indicada para ir más allá de estos simples esbozos.  Tomarlo por tanto tan sólo como una aportación más. 


Me he permitido tomar el dibujo  de la página que os adjunto.  En ella podreis encontrar un artículo sobre este tema muy interesante.

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