lunes, 1 de noviembre de 2010

Luna

Alguien dijo: “Los rincones más recónditos de la tierra comparten la misma luna”.   Que difícil resulta creer en esto a veces.  Cuando en nuestro rincón del mundo compartimos nuestra cotidianidad con una suficiente dosis de felicidad, entonces ¡que bella es la luna¡,pero cuando el dolor y el sufrimiento acampan en nuestra vida o cuando este dolor y este sufrimiento rodean poco a poco, día a día la vida de las personas que queremos; entonces  que difícil  resulta descubrir la luna en nuestro cielo.  Saltamos a enorme velocidad de un rincón luminoso del mundo a otro en donde la oscuridad parece abrumadora.  En esos momentos creer que es el mismo cielo y que en él se encuentra la misma luna que antes nos encandilaba parece una tarea casi exclusiva de titanes o de grandes maestros de la antigüedad.  ¡Basta de falsa paciencia¡.  El sufrimiento y el dolor no tienen manos con las que agarrarnos, no tienen pies con los que perseguirnos.  ¿Por qué narices seguimos siendo sus esclavos?.  Necesito recordármelo, necesitamos que unos a otros nos lo recordemos: es la misma luna, ningún lugar escapa a su brillo en ningún momento. Siempre, todos los rincones de la tierra la comparten.

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