Un rayo del sol de la tarde golpea el tambor del dojo.
El sonido que provoca resuena en mi espíritu.
Mientras, a lo lejos, un perro saluda a la noche
que se acerca de puntillas.
La tormenta que nos acompañó todo el día,
se ha marchado sin que nos demos cuenta.
Ahora el cielo está azul.
La jornada de zazen ha terminado.
Mañana, juntos, con nuestro maestro,
celebraremos una ceremonia por Keisan.
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