miércoles, 26 de noviembre de 2014

Karma


Tras el taller-Dharma del sábado pasado en el dojo surgió el tema del karma y de la reencarnación.  Ambos son temas complejos. Para muchos es absurdo hablar de Budismo sin aceptar la reencarnación.  Según estos, el interés del Buda en la liberación se centraba en la liberación de la cadena de reencarnaciones. Esta afirmación parece históricamente evidente pero ¿qué se reencarna?.  El Buda habla de la ausencia de un “si mismo” individual y permanente o de un alma que pueda pasar de cuerpo en cuerpo en el curso de vidas sucesivas.  El “si mismo”, sólo existe en dependencia de los cinco agregados y estos a su vez son fenómenos compuestos e impermanentes.   
Algunos maestros han hablado sobre un continuum de conciencia…

En el zen hablamos de los doce lazos de la producción condicionada. Estudiar estos lazos nos permiten entender un poco mejor la relación entre karma y transmigración. Maestro Deshimaru habló sobre esto. Quizás puede ser interesante estudiar sus palabras sobre este tema para el próximo Taller-Dharma.  En el Visudhimaya Sutra se dice: “Cuando esto existe aquello existe.  Cuando esto aparece aquello aparece. Cuando esto no existe aquello no existe tampoco. Cuando esto se termina aquello se termina.”  

Karma. “Los hechos siguen naturalmente a las causas”. Karma es un término budista que en occidente se ha banalizado.  Evidentemente no tengo ninguna autoridad para ponerme a  hablar sobre el karma, pero si me gustaría dejar constancia aquí de un par de reflexiones que me hago al respecto. 
En primer lugar me sorprende la capacidad que tiene el ego humano, sobre todo en occidente, de tomar posesión, de apoderarse de cualquier cosa que se ponga a su alcance.  Por ejemplo: hablamos de mi karma. Da igual que hablemos de un karma subjetivamente negativo o subjetivamente positivo. Es mi karma, MIO.  Tengo la impresión que el posesivo en relación con el karma es desconocido en oriente.   Se habla de karma no de mi karma.
Cualquier pensamiento, palabra, o acción provoca o promueve una consecuencia.  De una manera gráfica es como si cada una de estas cosas se convirtiera en una piedrecita que arrojamos al gran lago de las condiciones y circunstancias.  Estas piedrecitas provocan ondas que en algún momento retornan a nosotros.  Pero cuando utilizamos esta imagen pensamos en un lago tranquilo en el que el movimiento y la respuesta a ese movimiento es provocada sólo por nuestras piedrecitas.  Cuando hablamos de karma y no de mi karma el lago tranquilo se transforma en un lago atravesado continuamente por miles, por millones de ondas.  Estos miles, millones de ondas interactúan, influyen, frenan, e impulsan las propias. Con lo que el resultado que “recibimos” es el de la interrelación de todas esas infinitas ondas influenciándose las unas a las otras.  No se si esta percepción del karma es o no canónica.  Pero creo que es más cercana a la ineludible interrelación de cada cosa del universo con todas las demás.  Desde esta perspectiva, para mi al menos, es más evidente el hecho de que lo importante no es tanto cambiar el sentido del karma sino de reducirlo o lograr disolverlo. Y es aquí donde zazen se convierte en piedra esencial.  Zazen es el gran no hacedor de karma. Esto nos deja entonces espacio y perspectiva para deshacer, para disolver el karma anterior. Bueno, quien sabe. ¿Tiene esto algún sentido para vosotros?


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