En Octubre organizamos una exposición y una conferencia a las que hemos titulado: Zen la Práctica del Gesto Delicado. Cuando como Dojo organizamos algo de este tipo, parece que esencialmente lo hacemos pensando en la gente de fuera, en los que puedan venir a la exposición, a la conferencia y tener la oportunidad de conocer la práctica. Si embargo creo que esto no es cierto. No lo hacemos en principio para los demás, lo hacemos para nosotros mismos , para darnos la oportunidad como dojo de aportar cada uno nuestro trabajo, nuestro esfuerzo para profundizar en nuestra armonía como shanga. Sólo si lo hacemos con esta visión podremos conseguir que sea a la postre válido para los demás, sólo así podremos conseguir que el resultado de lo que hagamos de alguna manera les impacte, paren, den un paso atrás y se dejen tocar por lo que les mostramos.
En este caso una exposición, unos carteles que hablan del zen, que hablan del zen como la práctica del gesto delicado.
Siempre que hablamos de zen hablamos irremediablemente de práctica. El zen no es algo intelectual, algo que podamos adquirir mediante un esfuerzo intelectual, realmente no es algo que podamos adquirir de ninguna de las maneras; es una práctica. Algo que sólo podemos realizar con nuestro cuerpo, por nosotros mismos, en este momento preciso, dentro y fuera del dojo.
Del gesto delicado. La delicadeza no es una virtud al alza en nuestra sociedad. Delicado se utiliza a menudo como un sinónimo de afeminado y este último término es utilizado entonces como algo peyorativo. Una sociedad que ha llegado a este punto, sin duda arrastra una profunda enfermedad.
Esencialmente, un gesto delicado es un gesto completo. Un gesto completo en si mismo. Un gesto en el que todo lo que somos en ese momento queda completamente de manifiesto. Lo bueno, lo malo, lo alto, lo bajo, todo sin dejar nada al margen. Sin artificios, sin técnica, sin un apoyo intelectual, racional y por favor tratar de entender en vuestro interior a que me refiero con esto último.
Cada cosa en nuestra vida se convierte en un gesto delicado cuando nuestro espíritu está ahí presente cada vez, junto a nuestro cuerpo. No hay nada secreto u oculto en esto. No hay nada secreto ni oculto en nuestra práctica. Si entendemos esto, si lo practicamos cualquier cosa que hagamos como dojo penetrará a nuestro alrededor mucho más profundamente de lo que debería corresponder a la cantidad de nuestro esfuerzo. Naturalmente, inconscientemente y automáticamente el gesto delicado que brota de nuestra práctica juntos, podrá tocar el espíritu de los que nos acompañen.
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