martes, 4 de septiembre de 2012

El dragón se sumerge en el agua


Si comprendéis que zazen es la gran puerta de la ley, seréis parecidos al dragón que se sumerge en el agua o como el tigre que se reencuentra con sus bosques profundos” (Maestro Dogen)

Hemos incluido este fragmento de Dogen en nuestro tríptico.  Hemos tenido alguna discusión al respecto. Algunos piensan que es un texto un poco oscuro para personas que no saben nada sobre la vía.  Es posible.  También es oscuro para muchos que siguen la vía. Encontrarnos con nuestra naturaleza original nos parece siempre algo oscuro y lejano.  Para la mayoría de nosotros esto, este reencuentro, es algo completamente ajeno a nuestras vidas.  Nuestra cotidianidad nos está señalando continuamente la dirección opuesta.  La que nos lleva a alejarnos del latido de nuestro corazón, del palpitar de nuestro espíritu, de los auténticos sonidos del mundo.  Desde este lugar esta frase de Dogen es completamente oscura.  Pero sin embargo si por cualquier circunstancia el desasosiego anida en nuestra alma encontrarnos con una frase como esta puede separar el cielo de la tierra de un solo golpe.  Hay que tener fe en esto.  Todo lo que como dojo hacemos en Sevilla de cara al exterior sólo encuentra su sentido cuando nos damos de frente con alguien que siente este desasosiego.  Esa es la razón de que no sólo nos esforcemos en practicar juntos sino que tratemos además de acercar nuestra práctica a todo lo que nos rodea. 
El dragón se sumerge en el agua, el tigre se reencuentra con sus bosques profundos, ambos penetran decididamente ahí donde su naturaleza original se expresa de forma espontánea.  Nosotros hacemos continuamente el camino contrario, penetramos una y otra vez en terrenos ajenos a nuestra naturaleza, ajenos al latir de nuestro corazón.  Por favor escucharlo, escuchar ese latido, el os indica siempre con absoluta certeza la dirección del camino a casa. 
Estamos aquí, juntos un año más para escuchar ese latido y para que la práctica compartida lo amplifique de tal manera que el mundo entero lo escuche.  Pero para eso debemos entrar en el agua, penetrar en el bosque profundo, ir allí donde debamos estar, sin vacilación y sin miedo.

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