
Entender, aceptar, integrar en nuestras células el hecho de
que nada importante es negociable es una puerta abierta. Si la cruzamos, podemos descansar,
relajar los hombros, soltar. Soltar
no implica abandonarse. No es para nada abandonarse en el sentido en el que lo
entendemos en la vida cotidiana.
No quitamos nuestra energía de las cosas que conforman nuestra vida
cotidiana, trabajo, familia, relaciones, etc, pero al tiempo el recordar que nada
importante es negociable reduce el peso, la densidad de cada una de estas
cosas. Nuestra vida puede volverse ligera y cada cosa nos descubre su lado
dulce y hermoso.