Hace pocos días le escribía a un amigo para decirle que creía que poco a poco en nuestro dojo de Sevilla se iba estableciendo una práctica que se podia considerar adulta. Luego me dí cuenta de que me había dejado cegar una vez más por las palabras, por las bonitas palabras que juntas pueden impresionarnos. Por que ¿qué narices entiendo-entendemos por una práctica adulta?.
Curiosamente pocos días después de escribir esto, mi amigo Roberto subió a su blog la traducción de un artículo del actual Abad de Antaiji titulado: “Práctica adulta”. En este artículo que sin duda os recomiendo,(enlace) Muhō Nölke escribe: “¿Cuál es exactamente la diferencia entre la práctica infantil y adulta? Simplemente cambia la pregunta por ¿eres capaz de limpiarte el culo solo o no?. Los niños buscan adultos que les guíen. Un adulto tiene que caminar con sus propias piernas, enfrentarse a las dificultades de su vida y resolver sus propias dudas.” "Ser capaces de caminar con nuestras propias piernas", me parece una buena definición de práctica adulta, de vida adulta.
Pero, ¿no es cierto que cada uno de nosotros caminamos sobre nuestras propias piernas?.
¿De verdad lo creéis?, ¿de verdad podemos asegurar que somos capaces de caminar sobre nuestras propias piernas.? Posiblemente hace unos años yo habría dicho: "por supuesto, sin ninguna duda". Ahora, en estos momentos de mi vida, cada vez soy más consciente de lo poco que utilizo mis propias piernas para caminar.
¿De verdad lo creéis?, ¿de verdad podemos asegurar que somos capaces de caminar sobre nuestras propias piernas.? Posiblemente hace unos años yo habría dicho: "por supuesto, sin ninguna duda". Ahora, en estos momentos de mi vida, cada vez soy más consciente de lo poco que utilizo mis propias piernas para caminar.
Ser capaz de caminar sobre las propias piernas, ser libre, vivir despiertos, un bonito conjunto de bellas palabras, de bellos deseos que nos emborrachan, pero la realidad es de continuo bién distinta. La mayor parte del tiempo somos como fantasmas sin pies, ni piernas que el viento de los deseos, de los sentimientos, de los apegos, de los rechazos en definitiva de la ignorancia, mueve de un lado a otro sin control. Continuamente nos agarramos, nos aferramos, buscamos protección, nos acobardamos, dudamos, huímos, tratamos de descargar nuestra responsabilidad sobre otros. ¿Es esto caminar sobre las propias piernas?. Caminar sobre nuestras propias piernas no implica que debamos ser capaces de avanzar todo el tiempo con pasos bellos y delicados como de ballet. A veces podemos renquear, a veces podemos correr, a veces tendremos que simplemente pararnos sobre nuestras piernas, sobre nuestros pies y permanecer inmóviles. Pero en cada uno de estos casos estamos siendo capaces de tirar de nuestro propio anillo nasal. Caminar sobre nuestras propias piernas es también no tener miedo a caminar solos. Hace tiempo encontré un libro que me impresionó por su título: La soledad del corredor de fondo. La terrible soledad del corredor de fondo, cuando las cosas se complican, cuando el camino se pone cuesta arriba. La vida es una carrera de fondo y ciertamente estamos solos. Pero tenemos el dojo, la Sangha que practica con nosotros en el dojo. Nacer con forma humana es muy dificil, encontrar la vía un excepcional acontecimiento, practicar en un dojo… no encuentro palabras.
Cuando tenemos el privilegio de encontrar un dojo podemos compartir nuestra soledad en la soledad de zazen con los demás . Podemos tratar de caminar sobre nuestras propias piernas, solos, compartiendo nuestra soledad en soledad. Soledades compartidas en el dojo. Puede que eso sea el comienzo de una práctica adulta, de un vida adulta. Es posible, no se, no soy ningún experto en certezas.
Gracias...Gasshô!
ResponderEliminarSi no hubiese dojo, si no hubiese shanga, ¿seríamos capaces de practicar? El Buda en su último discurso nos alentaba a ello, "sed como islas, confiar
ResponderEliminarsolo en el dharma, etc." Pero en la práctica esto difícil, y no tanto por lo que se refiere a la práctica solitaria y cotidiana de zazen, sino sobre todo en la vida cotidiana, en la cual, para quién vive como un laico, normalmente ni hay dojo ni hay shanga. Por otra parte, y esto es aparentemente otra pregunta, pero es en el fondo la misma: ¿A qué llamamos practicar?, ¿solo a sentarnos con las piernas cruzadas, asistir a retiros de vez en cuando o -para quién tenga afición a esas cosas- a disfrazarse con trajes exóticos, cantar en lenguas extrañas y comer de manera complicada raras recetas vegetarianas?
Caminar sobre los propios pies sobre el camino del zen, sin confundir a este ni con una forma más o menos japonesa, ni con una extraescolar más
o menos terapéutica, es algo realmente difícil. Estoy convencido de que el zen del futuro será laico o no será, pero por desgracia no existe un modelo, una referencia válida que pueda orientarnos en ese camino; por tanto creo que esta es una tarea que debemos afrontar hoy en día desde cero, de verdad, sin pantomimas, sin muletas y sin juguetes.
Gracias Alfonso por tu honestidad al plantear públicamente tus dudas, que creo que son las de muchos de nosotros.
Se me hace raro leer esto. Siempre he practicado solo y casi desde el principio he tenido claro que la práctica era todo el día o no servía para nada. Aunque el rato formal, sea el que sea, es muy importante. Jamás he hecho un retiro por diversas razones, en cierta manera (pero hay más razones) me parece como las dietas, no has de hacer un esfuerzo para adelgazarte durante unos días sino cambiar tus hábitos de comida para siempre.
ResponderEliminarAsí que para mi el modelo que comenta Roberto me parece tan natural como caminar. ¿Es el modelo futuro? No sé, ni idea
Pero no me considero zenista, ni advaitín, ni siquiera budista o hinduísta, ni tan solo una persona religiosa o mística, simplemente alguien que busca su propia paz, la de los demás y conocer la realidad tal como realmente es, especialmente qué soy.
Quizá Roberto, lo importante es precisamente que no haya modelo...
Eso quizá, quién sabe si sería una práctica realmente adulta.
Un abrazo
Estoy de acuerdo contigo, siempre practicamos solos, pero cuando esta soledad no es confrontada en la soledad del dojo con la práctica solitaria de los demás, lo normal es que nuestra práctica se enrosque sobre si misma. Es un riesgo claro, pero si tu quieres correrlo eres por supuesto libre de hacerlo. Después están los nombres Zen, Budismo, etc. Bien, no tengo una especial querencia por estos nombres, menos por las escuelas y absolutamente ninguna por las instituciones religiosas que se las apropian, pero mi práctica es una práctica religiosa entroncada en una tradición que es budista y que en Japón recibió el nombre de zen, también estoy vinculado con un linaje el de Taisen Deshimaru, que a la vez lo está con Kodo Sawaki. Este linaje forma un árbol que tanto en Europa como en Japón ha desarrollado múltiples ramas, de distinto grosor, color, textura, pon los calificativos que quieras. Personalmente creo que es básico practicar con una shanga en un dojo y creo que este debe estar enraizado en una tradición y vinculado a un linaje, pero como dije en el artículo del blog no soy experto en certezas. La única que defiendo es la inmutable realidad del cambio continuo. Sólo fluyendo con este cambio podemos mantener fresca nuestra práctica. Un abrazo amigo.
EliminarMi práctica no es religiosa, es normal que notemos que nuestras aproximaciones son diferentes, que no necesariamente excluyentes, ni enfrentadas...
ResponderEliminarY es fantástico no ser experto en certezas, te felicito y me alegra oirlo. Espero poco a poco ir siéndolo yo también. :)
Un abrazo