lunes, 16 de enero de 2012

Juanichi - Taiko Sogen


El sábado murió Juanichi, Juan Perez, el compañero de la shanga Taiko Sogen.  Comenzó a practicar en los primeros momentos del dojo de Algeciras y desde entonces lo ha seguido haciendo con un flujo y reflujo que marcaba su intensa adicción a las drogas.  Cada uno de nosotros navega toda su vida sobre las olas de sus ilusiones.  Para algunos, como fue el caso de Juanichi, estas olas adquieren un carácter de tormenta perfecta.  Sin embargo su espíritu decidido hacía que una y otra vez se girara en dirección a la vía cuando la tormenta amainaba.  No puedo menos que expresar mi admiración y mi respeto por él.  A veces el trato con él no era fácil.  Era muy peculiar.  Hay muchas anécdotas que podríamos contar.  Yo tengo una que me gustaría referir.  Una noche durante una sesshin en la que compartíamos habitación, Juanichi a las dos de la mañana decidió que era el mejor momento para afeitarse la cabeza.  Encendió la luz de su cama, las luces del cuarto de baño y durante más de una hora se afeitó tranquilamente.  De nada sirvieron mis protestas.  Él trataba encima de hacerme entender las confusas razones por las que eso que estaba haciendo no se podía hacer en ningún otro momento.  Era el momento y yo tenía que entenderlo.  Fuera como fuera su comportamiento nadie podía molestarse con él.  Mantuvo en todo momento una especie de inocencia natural que lo protegía de nuestra ira. 
Ahora ya no está, el sábado fue hasta el fondo, su burbuja dejó escapar el aire, expiró hasta el final.  Tengo la confianza de que en ese instante todas sus ilusiones quedaron resueltas.  Hoy nosotros haremos una ceremonia en su memoria, haremos gassho, ofreceremos incienso y lo dejaremos partir completamente.  

domingo, 15 de enero de 2012

Disfrutar

A menudo hablo de disfrutar. De disfrutar de la practica, de disfrutar por ejemplo de una jornada de zazen como la que realizamos ayer en nuestro dojo de Sevilla. Se que cuando utilizo esta palabra en el entorno de la practica, a alguna persona le puede "rechinar", incluso es posible que a alguno le parezca un poco herético. A otros, sumidos en el dolor de piernas, o en los pensamientos, que remontan con todas las capas de obscuridad que tratamos de ocultar, la utilización de la palabra disfrutar les debe parecer una pura ironía.
Por supuesto si tratamos de situarla en un entorno en el que dolor esta en un extremo y placer en otro, disfrutar esta fuera de lugar.

Para mi disfrutar implica ser consciente de los instantes de plenitud que se suceden durante la practica de zazen. Nuestro cuerpo se expresa durante zazen, nuestros hábitos se expresan durante zazen, nuestros sueños, nuestros miedos, nuestras expectativas, todos esto se expresa durante nuestro zazen. Al tiempo, todo nuestro entorno reivindica también su presencia: los sonidos, los olores, la dureza o suavidad del suelo, la temperatura, cada cosa pide estar presente. Todo eso junto, en ese instante preciso, es zazen. Inatrapable, inabarcable, irrepetible. Un instante de eternidad que es sustituido por otro instante de eternidad. Solo si hacéis la experiencia una y otra vez podréis entender a lo que me refiero cuando hablo de disfrutar: Estar ahí, plenamente en ese instante e inmediatamente dejarlo ir.
Disfrutar de ese instante de eternidad que encuentra su lugar en la palma de nuestra mano.