sábado, 6 de octubre de 2012

No podemos negociar


Finalmente no podemos negociar. Por supuesto, no podemos negociar con la vía, tampoco con la vida, tampoco con los demás. Hay un dicho que está muy vigente en nuestra cultura y que tenemos muy asimilado; dice: “todo es negociable”. Pero la realidad nos enseña que nada importante en la vida es negociable.  No podemos negociar el momento de nuestro nacimiento, quienes serán nuestros padres, donde viviremos, a quien conoceremos, a quien amaremos, odiaremos, haremos sufrir y para nada cuando y como moriremos.  Nada de esto es negociable, tampoco la vía del Buda, tampoco zazen.
Entender, aceptar, integrar en nuestras células el hecho de que nada importante es negociable es una puerta abierta.  Si la cruzamos, podemos descansar, relajar los hombros, soltar.  Soltar no implica abandonarse. No es para nada abandonarse en el sentido en el que lo entendemos en la vida cotidiana.  No quitamos nuestra energía de las cosas que conforman nuestra vida cotidiana, trabajo, familia, relaciones, etc, pero al tiempo el recordar que nada importante es negociable reduce el peso, la densidad de cada una de estas cosas. Nuestra vida puede volverse ligera y cada cosa nos descubre su lado dulce y hermoso. 

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