viernes, 10 de mayo de 2013

"Cuando finalmente me di por vencida en la búsqueda de la iluminación...

En Internet circula un artículo de Mary Garden sobre los efectos de la meditación sobre el que me gustaría decir alguna cosa. 
Sin duda para mi la frase que permite poner en contexto todo el cuerpo del artículo es esta: "Cuando finalmente me di por vencida en la búsqueda de la iluminación a finales de los años setenta..."
La búsqueda de la iluminación es la principal motivación de muchos para acercarse a un centro de práctica.  Entendiendo por iluminación una especie de subidón luminoso, una especie de orgasmo mantenido o algo similar.  Sin duda si alguien mentalmente equilibrado se acerca a las prácticas de meditación con el objetivo de alcanzar un estado especial de conciencia, sea el que sea, casi con toda seguridad si se esfuerza lo suficiente, si sufre lo suficiente, acaba por darse de bruces con ese estado.  Ahora bien nadie podrá garantizarle que la experiencia será agradable a corto o medio plazo. Y no digamos nada sobre si además de origen ya viene con algún problema emocional.
Cuando en nuestro dojo alguien se acerca por primera vez a zazen al tiempo que le explicamos  la postura o la respiración le hablamos de "mushotoku", "sin fín ni espíritu de provecho".  No insistimos en esto por que lo pide el guión, sino porque después de más de treinta años de práctica empiezo a comprender que sólo a partir de este espíritu sin provecho podemos comenzar a entender la meditación. Que sólo cuando nuestros oídos y nuestro ojos se abren a este espíritu podemos abrir la puerta de la compasión y de la sabiduría que la práctica recuperan para nosotros.
La práctica de la meditación junto a una shanga saludable, junto a un amigo de bien experimentado no debe acarrear para nadie mentalmente equilibrado ningún problema.  Pero claro: ¿cómo sabemos la situación de nuestro equilibrio mental, emocional?.  A menudo, nosotros no podemos juzgarlo con objetividad por eso es tan necesaria la presencia del amigo en la vía, de la shanga que lo observen.  Entonces suavemente, con determinación pero con suavidad, juntos podemos ir disolviendo todas las falsas ilusiones que nos hacemos sobre la meditación, sobre el despertar, para encontrar su auténtico sabor.